El restaurante escondido de Madrid para comer el mejor cocido cocinado en barro a fuego lento y repetir sin límites

Es un local entregado en cuerpo y alma a la cocina tradicional con ingredientes nacionales de calidad

Estamos en plena época de cocidos, potes, ollas y fabadas, cuando el frío prepara al cuerpo para hacer frente al festival pantagruélico que estos platos de toda la vida ponen encima de la mesa uniendo a generaciones sin saber de modas. En Madrid, por suerte, sigue rindiéndose culto a su famoso cocido madrileño en muchos restaurantes, algunos tan célebres como los históricos La Bola o Lhardy. Pero en los barrios también hay casas de comidas entregadas al cocido donde además puedes comer sin límite hasta hartarte.

Siguiendo la larguísima calle Alcalá llegamos hasta Canillejas para conocer Cocidos en Barro, un pequeño local que puede pasar desapercibido por sus nulas pretensiones de fachada pero que cumple con lo que promete ya en su nombre: recetas de cocidos de toda la vida cocinadas como se han hecho durante generaciones, en cazuelas y ollas de barro artesanal, a fuego lento durante horas.

El rey del establecimiento es el cocido madrileño, pero, y teniendo en cuenta el origen cántabro de sus responsables, también preparan otros regionales como el cocido montañés, el lebaniego, la asturiana fabada o el pote gallego. Todos preparados con ingredientes frescos nacionales y cocidos en barros de Pereruela durante horas, sin prisas. Es un local pequeño en el que es imprescindible reservar, pero también elaboran todos sus cocidos por encargo para recoger y llevar.

El cocido madrileño en cuestión arranca con la típica ración de pipaparras que tan bien acompaña estos platos de cuchara, y se sirve en los también tradicionales tres vuelcos. La sopa de fideos llega a la mesa en una olla de barro que se mantiene caliente durante el resto de la comida, y le siguen los garbanzos, que, algo raro de ver, combinan dos tipos, Pedrosillano y Leonés. La legumbre viene en su fuente de barro con las típicas verduras, patata gallega, zanahoria de Rota y repollo de la huerta madrileña.

El punto final, el último vuelco, lo ponen las generosas carnes: morcillo delantero de vaca rubia gallega, dos tipos de punta, dos tipos de tocino ibérico, dos tipos de chorizo asturiano (dulce y picante), dos morcillas diferentes y carne de gallina pularda. Y por si te has quedado con hambre, puedes repetir de todo o de uno de los vuelcos en concreto, por el mismo precio que cuesta la ración de cocido, 24 euros por persona.

La carta tiene también otros platos que no son de cuchareo, como cortes de ternera gallega, cachopo y algunas raciones con producto seleccionado, como cecina o anchoas del Cantábrico. En los postres caseros, clásicos como tarta de queso o de chocolate. Si es que te ha quedado hueco, claro.

Imágenes | Cocidos en barro

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