El famoso centro comercial de lujo de Londres vende el el bocadillo más caro de toda Gran Bretaña
El histórico y lujoso Harrods, visita casi obligada en Londres, no es precisamente conocido por sus precios asequibles, pero ni su fama de tienda para pijos le han librado de la oleada de reacciones negativas ante uno de sus últimos lanzamientos comestibles. Parece que cobrar 28 libras por un sándwich es demasiado, incluso para los estándares ingleses que frecuentan el comercio.
Estos grandes almacenes son una atracción en sí misma y también cuentan con el primer Food Hall de renombre que ha creado toda una tendencia en medio mundo, incluyendo España. No es que no existieran antes los centros comerciales con servicios gastronómicos, pero Harrods inauguró el modelo de planta baja con multitud de espacios distintos para degustar in situ, para llevar o para comprar, como si fuera un mercado. Un mercado muy caro.
Muchos londinenses atareados y también turistas aprovechan para llevarse el almuerzo listo para comer del catálogo de opciones que Harrods va renovando según la temporada, pero el último gran lanzamiento no ha sentado muy bien ni entre los clientes más asiduos.
El waygu katsu sando, o waygu steak sandwich, ha desatado el estupor en las redes sociales al comprobar su precio, 28 libras que son algo más de 32 euros al cambio. Más de 30 euros por un mero sándwich. Sin bebida ni acompañamiento de ningún tipo. Pero, ¿es solo un sándwich? Como puntualiza la periodista de The Guardian Claire Finney, que se animó a probarlo en persona, sí lo es fuera de contexto. Pero claro, la excusa del precio está en los ingredientes. Si valen la pena lo que cuestan, es otra historia.
El bocadillo consiste en dos rebanadas del "famoso" pan de masa madre propio de Harrods con mantequilla de trufa negra y setas porcini, mayonesa de mostaza 'dorada', champiñones portobello y filetes de carne de waygu a la plancha, con rúcula y cebolla pochada. El pan especial, la trufa y la carne son los ingredientes que pretenden justificar el elevado coste de su preparación.
La periodista considera razonable el precio si se echan cuentas y se tiene en cuenta que la comida de Harrods, en general, nunca es barata. Pero para ser un sándwich que uno se come con las manos en la calle -con palomas mirando- que además puedes comprar ya empaquetado con el poco glamour que tienen los envases de comida, se pierde la magia de estar dándote un capricho de lujo gourmet.
Finney devoró el suyo en medio del ajetreado tráfico londinense calculando que cada bocado tenía un valor de 2,5 libras. Y su veredicto no fue todo lo entusiasta que le hubiera gustado. Si bien el primer mordisco parece saber a gloria -suele ser el mejor si el relleno es generoso-, al avanzar en su periplo la mezcla de sabores se tornó excesiva.
Por muy sabrosa y bien cocinada que esté la carne de waygu, parece que la mezcla de setas frías con la excesiva potencia de la trufa crean una combinación explosiva de umami, y no en el buen sentido. La carne queda relegada a un lugar secundario mientras los demás sabores acaparan los sentidos, agotando las papilas gustativas.
No estamos en contra de los sándwiches o bocadillos más elevados, de calidad y autor, pero todo tiene un límite. Como concluye Finney, “el único criterio en el que todos estamos de acuerdo es en poder terminarlo sin sentirnos mal”.
Londres de cerca 7 (Guías De cerca Lonely Planet)
Fotos | kathryncarter94 - Vera Mart
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