Una mala fama secular persigue a Écija, apodada desde tiempos inmemoriales como 'la sartén de Andalucía' por las altísimas temperaturas que se registran en verano, aunque algunas tienen índices casi mitológicos, basados en mediciones quizá no demasiado precisas.
Lo cierto es que en Écija, capital de la comarca homónima, hace mucho calor, pero eso no quita que no sea un destino precioso antes de que el verano apriete. Ideal en primavera y en otoño, Écija además está situada en el valle del Genil, que también condiciona las temperaturas de la ciudad.
A apenas una hora de camino de Sevilla capital —en dirección noreste— y a otra hora de camino de Córdoba —en dirección sudoeste—, Écija es una excursión perfecta para acercarse uno o dos días desde cualquiera de estas dos capitales andaluzas.
Plagada de arquitectura renacentista y barroca, además de incluir ciertas ruinas romanas en su término municipal, Écija es otra de esas ciudades andaluzas —como sucede con Baeza, Carmona o Úbeda— que vivieron un particular esplendor tras el Descubrimiento de América, enriqueciendo las ciudades gracias al tráfico colonial.
De ello dan fe un sinfín de iglesias y palacios, que convierten a la localidad ecijana en mucho más que la Sartén de Andalucía y que hoy te proponemos como ruta.
Écija, la ciudad de las mil iglesias
Iglesias, ermitas, capillas, monasterios, conventos… El lustre arquitectónico de Écija en cuanto a patrimonio religioso es altísimo, haciendo que prácticamente a cada giro vayamos a encontrarnos algún tipo de templo.
El dominio lo ejerce la espectacular Iglesia de Santa María de Écija, levantada durante el siglo XVIII, y que sirve de 'hogar' a los patrones de Écija, la Virgen del Valle y San Pablo, cuyas dos estatuas esculpidas en mármol presiden el interior.
No menos relevante, también en la plaza de España ecijana, está la Iglesia de Santa Bárbara, primera edificación neoclásica religiosa de Andalucía, y otro de los bastiones turísticos de la ciudad. No lejos de ella, cerrando el círculo de la plaza de España, está la Iglesia de San Francisco, antiguo convento, y con dos sorprendentes retablos exteriores.
Glosar todas las maravillas de Écija es casi un imposible, pero también hemos de destacar la Iglesia de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora, seguramente la más espectacular de las iglesias ecijanas, debido a su carácter barroco, realmente afinado, y que suele sorprender por su profusa decoración a los visitantes.
También la obra conventual es relevante, donde encontramos a menudo conventos que ya no tienen frailes o monjas, como el de Convento de las Teresas o el Convento de la Santísima Trinidad, pero forman parte del legado arquitectónico de la ciudad, aunque sigue habiendo edificios ocupado como el Convento de la Visitación o el Monasterio de Santa Inés del Valle.
La Écija palaciega y nobiliaria
La Reconquista y el intenso vaivén derivado de la riqueza colonial fueron el acicate que posibilitaron que Écija, además por su posición privilegiada entre Sevilla y Córdoba, creciera y se enriqueciera a pasos agigantados.
Testimonio de ello son elementos como el Palacio de Peñaflor, uno de los mejores elementos de arquitectura civil barroca en la ciudad, o el cercano Palacio de Benamejí, otra de las grandes joyas ecijanas de ese particular 'siglo de oro' que fue el siglo XVIII para la ciudad y que hoy sirve como Museo Municipal de Écija.
Palacios y casas-palacio se multiplican por la ciudad, como sucede con el Palacio de Valdehermoso, otro vértice fundamental donde se entrecruzan el palacio de Peñaflor y las torres de San Gil y de San Juan, formando un cuadrado mágico de inusitada belleza.
A ello sumamos sus museos, como el Municipal ya citado, o el Parroquial de Santa María, además del Museo de Arte Sacro que está ubicado en la Parroquia Mayor de Santa Cruz que alberga una de las mejores colecciones de orfebrería dieciochesca, incluyendo un atril japonés del siglo XVI.
Imágenes | Turismo de Écija
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