Siete históricos castillos en España convertidos en Paradores donde te puedes alojar y desconectar como la realeza

España es, junto a Francia e Inglaterra, uno de los países de Europa donde más castillos, palacios y fortalezas militares quedan en pie. Un tesoro patrimonial que, por suerte, ya no es propiedad de unos pocos y que permite que, aunque sea por unos días —o noches— podamos pernoctar en lo que un día fueron los alojamientos de reyes, príncipes y todo tipo de nobleza.

Algunos de ellos son hoteles de titularidad semipública, como sucede con los adscritos a la red de Paradores, pero hay otros que están en manos privadas e igualmente se han reconvertido en establecimientos hoteleros.

Siglos de historia que se condensan entre muros y paredes que son auténticas lecciones, aunque por suerte no parece que nadie venga a aparecerse sobre la pizarra para preguntar por quién fue determinado rey o por qué mandó construir tal palacio.

Lo que sí es cierto es que se puede aprovechar mucho y muy bien la presencia de castillos en España que en otro tiempo pertenecieron a miembros de la realeza y a nobles, convirtiendo una escapada de fin de semana o unas vacaciones en un auténtico viaje al pasado en cuatro castillos históricos como estos. Súbete a esta máquina del tiempo donde vamos a pasar por castillos navarros, catalanes, castellano-manchegos, vascos y extremeños.

Parador de Olite, Navarra

Uno de los clásicos a la hora de hablar de castillos en España y donde es difícil encontrar más historia por metro cuadrado. Erigido en la Edad Media, la realidad del palacio es que su gran obra ya pertenece a un estilo gótico tras una ampliación llevada a cabo en el siglo XV por el rey Carlos III el Noble.

El Castillo de Olite se encuentra a unos 45 kilómetros de Pamplona, presidiendo el casco histórico del propio Olite, que es la capital de esta comarca regada por el río Cidacos y que ha hecho de sus huertas y, sobre todo, de sus viñedos, uno de sus grandes atractivos.

Dos noches para dos personas en el Parador de Olite (***).

En el pueblo se encuentran además las bodegas Marco Real, por lo que se puede conjugar el plan en clave enoturística mientras nos alojamos en un castillo casi fantástico, cuajado de historia, pues la decoración del Parador de Olite se enclava en la parte más antigua del conjunto.

Allí esperan tapices, armaduras, lámparas de forja y artesonados en madera de lo que se conoce como Palacio Viejo o Palacio de los Teobaldos, que fue la parte que ordenó reconstruir Carlos III, adaptándolo a un cierto gusto afrancesado.

Parador de Cardona, Barcelona

No todo en Barcelona iba a ser costa ni modernismo. Si nos acercamos al interior de la provincia —a unos 95 kilómetros de la ciudad de Barcelona, muy cerca del límite con Lérida— encontraremos joyas medievales como el Castillo de Cardona, una antigua fortaleza del siglo IX totalmente mitológica de la que se dice que jamás fue conquistada.

Lo cierto es que ahora la podemos 'conquistar' sin problemas, pues se trata del Parador de Cardona, ubicado en una colina que ofrece unas vistas excepcionales de la propia ciudad, pero también del Pirineo y de toda la comarca, famosa —entre otras cosas— por sus minas de sal, lo que hizo muy próspera a la región durante siglos.

Dos noches para dos personas en el Parador de Cardona (****).

Fosos, torres y murallas góticas, más un mobiliario que resalta la inspiración medieval de la construcción, forman parte del encanto de este Parador, que además cuenta con uno de los restaurantes más impactantes de toda la Red de Paradores, dotado de una galería de arcos apuntados donde resulta complicado no mirar mientras comemos.

Reconquistados estos terrenos por el emperador Carlomagno, Cardona estaba ubicada en el siglo IX lo que se conocía como la Marca Hispánica, un territorio de nobles vasallos del reino franco que hacían de 'stop' ante las incursiones musulmanas.

Parador de Jarandilla de La Vera, Cáceres

Cambiamos de registro y de siglo. En esta ocasión, nos vamos al siglo XVI y nos vamos a la provincia de Cáceres, concretamente a la comarca de La Vera, en el norte de la provincia, donde limita geográficamente con las provincias de Ávila y Toledo, famosa entre otras cosas por su pimentón, pero también por las gargantas de agua en la Sierra de Gredos.

Aquí, antes de trasladarse definitivamente al Monasterio de Yuste, pasó un par de años el emperador Carlos I de España, acogido por los condes de Oropesa, miembros de la nobleza más opulenta y bien posicionada de la época.

En este castillo-palacio la calma es total, pues su construcción obedece más a un uso recreativo y residencial que a un uso militar, lo cual no evita que conserve su foso, sus murallas torreadas y un patio interior que recuerda a los clásicos patios de armas de las construcciones defensivas.

Dos noches para dos personas en el Parador de Jarandilla de la Vera (****).

Rodeado de olivos y naranjos, el jardín y el palacio se convierten en un encantador y bucólico plan donde disfrutar de unos días de descanso como si fuéramos auténticos emperadores.

Parador Castillo de Monterrei, Orense

Cambiamos de nuevo de registro para sumergirnos en otro viaje en el tiempo. En este caso, nos acercamos a la localidad orensana de Monterrei, muy cerca de Verín, justo entre la frontera que marca el río Támega con España y Portugal.

Aquí, tras una intensa remodelación acaecida en 2015, el Castillo de Monterrei se convirtió en pleno derecho de la Red de Paradores de Turismo. Un espacio histórico y solemne donde hay pinceladas de diseño contemporáneo, pero donde sigue predominando una estética bajomedieval que se iría puliendo con los años.

Dos noches para dos personas en el Parador Castillo de Monterrei (****).

Continuamente reformado y reforzado, el Castillo de Monterrei cuenta con tres cortes de muralla distintos, además de una arquitectura palaciega como la que representa el renacentista Palacio de los Condes, bien secundado por las imponentes torres del complejo, como la del homenaje y la torre de las Damas.

Fortaleza, palacio, cuartel, hospital… Incluso el 'hogar' del primer libro impreso de Galicia. Todas estas vidas ha tenido a lo largo de más de 12 siglos el Castillo de Monterrei y en el que hoy te puedes alojar.

Parador de Alarcón, Cuenca

Volvemos a tomar carretera y manta para, en este caso, encontrar un tesoro oculto en uno de los pueblos más bonitos de Castilla-La Mancha: Alarcón. Ubicado en la provincia de Cuenca y con un censo de apenas centenar y medio de habitantes, Alarcón no sólo nos atrapa desde el Parador, un antiguo castillo medieval, sino también como una de las mecas del arte contemporáneo español.

Con una singular vista de las hoces del río Júcar, el castillo se encarama sobre el conocido como Pico de los Hidalgos, donde distintas culturas se habían apoyado para controlar la zona, pues se intuyen orígenes prerromanos en la construcción. No obstante, serían los árabes los primeros en erigir aquí una fortaleza que, ya en el siglo XII en plena Reconquista, se convertiría en bastión cristiano.

De claro estilo gótico, salvo por la torre del homenaje —de estilo renacentista—, el Castillo de Alarcón sorprende desde una impresionante panorámica que se extiende por toda la comarca, constituyéndose en un remanso de paz y de tranquilidad.

Dos noches para dos personas en el Parador de Alarcón (****).

Tres líneas de murallas, sincronizadas con el resto de los baluartes de Alarcón, y el antiguo patio de armas —hoy aparcamiento— dan testimonio de la importancia histórica de Alarcón durante la Edad Media.

Parador de Oropesa, Toledo

Recuperamos un nombre antes citado, aunque esta vez sí nos sumergimos en un castillo mucho más defensivo que el anterior ejemplo vinculado a los condes de Oropesa. Para conocerlo debemos ir a la parte más occidental de la provincia de Toledo, casi lindando con Cáceres, donde se extendían la mayor parte de los dominios de estos condes, ya con abolengo desde los tiempos de los Trastámara, pero que resultarían especialmente beneficiados durante los reinados de los primeros austrias.

En este caso, se tiene la certeza de que el castillo se erigió en tiempos de Alfonso X el Sabio, formando parte de la red de fortificaciones que se llevaron a cabo durante el siglo XI en la Reconquista, aunque presumiblemente antes también tuviera algún tipo de fortín musulmán.

Dos noches para dos personas en el Parador de Oropesa (****)

No obstante, su importancia histórica se multiplicaría en el siglo XVI —coincidiendo con el 'boom' de los Condes de Oropesa—, a los que pertenecía el castillo desde el siglo XV. En él encontramos claros ejemplos de arquitectura militar gótica, incluyendo un amplísimo patio de armas, y panorámicas monumentales de la Sierra de Gredos.

Como curiosidad, el Parador se distribuye entre dos construcciones. Por un lado, lo que se considera el Castillo Viejo —que es parte de la edificación árabe y cristiana de los siglo XII y XII— y, por el otro, del Castillo que los Condes de Oropesa —los Álvarez de Toledo— erigirían en el siglo XV. El otro dato curioso del Parador de Oropesa es que se trata del primero de los paradores que fue erigido en un edifico histórico y, por tanto, uno de los primeros de toda la Red de Paradores.

Parador de Hondarribia, Guipúzcoa

Cerramos el recorrido en Fuenterrabía (Hondarribia en euskera), marchándonos a los confines españoles del reinado de Carlos I de España, lo cual nos da una idea de la maciza construcción que podemos esperar en el Parador de Hondarribia.

Sólidos y gruesos muros, datados ya de una construcción original del siglo X que domina desde las alturas el río Bidasoa son el testimonio mudo de que aquí no se venía a veranear, sino a mantener la frontera a raya y a vigilar lo que los reinos francos podían tramar.

Dos noches para dos personas en el Parador de Hondarribia (****)

Austero, pero sorprendente, pues el Parador de Hondarribia conserva una serie de tapices diseñados por el pintor flamenco Petrus Paulus Rubens, datados del siglo XVII, con una temática inspirada en la Grecia clásica. Junto a ello, el Parador —que además de alojamiento para Carlos I y para otros reyes como Felipe IV y Felipe V— es la base ideal para conocer Fuenterrabía, una de las villas marineras con más encanto del Cantábrico.

De traza medieval, amurallada y volcada sobre el mar desde el conocido Barrio de La Marina, dotado de colores blancos, verdes y azules, Fuenterrabía es un destino idílico donde respirar calma e historia de España a partes iguales.

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