Los expertos de la edición neerlandesa de la revista seleccionan siete lugares 'ocultos' que merece la pena conocer
Quizá una de las formas de frenar un poco las masificaciones turísticas sería diversificar los destinos y dejar de obsesionarnos por acudir en masa siempre a los mismos lugares de moda. Europa tiene muchísimos rincones estupendos desconocidos para viajar todo el año, incluso en los países más populares. Destinos casi ocultos para las masas que merece la pena descubrir en nuestras vacaciones.
La edición neerlandesa de la revista National Geographic ha seleccionado siete lugares europeos que, a su juicio, apenas se conocen pero tienen muchísimo que ofrecer. Sin ánimo de convertirlos en el próximo destino de moda que acapare las mismas imágenes repetitivas en Instagram, sus expertos redactores nos ofrecen pistas para que dejemos de ir siempre a los mismos sitios y hacer gala de un turismo más responsable y comedido.
Hay opciones para todos los gustos y sin tener que recorrer siempre miles de kilómetros, con destinos en países que quizá ya creamos conocer, como Francia, Italia o incluso nuestra España, pues no siempre hay que cruzar el planeta para vivir unas vacaciones de ensueño en lugares idílicos.
Siete destinos por descubrir en Europa
Monemvasía (Grecia)
Quizá no sea el más conocido entre los famosísimos destinos de Grecia, país plagado de rincones que sorprenden, pero entre los griegos sí es un lugar muy popular para las vacaciones. Ciudad fortificada medieval abierta al mar, regala fotografías de postal con su encantador urbanismo tradicional protegido por la muralla.
Los vehículos de motor están vetados en su centro y es por tanto una pequeña localidad ideal para relajarse cuando el calor lo permite en una terraza y ver la vida pasar. Está en un peñón rocoso construido en tres niveles, al antiguo estilo bizantino, y, como dice el periodista experto en viajes Paco Nadal, es pura mediterraneidad. Uno de los pueblos con más encanto de toda Grecia.
Erice (Sicilia, Italia)
Su nombre deriva del siculo-itálico Eryx, 'monte', que ya nos da una idea de dónde se sitúa esta bella localidad siciliana. A 751 metros sobre el nivel del mar, en el monte San Giuliano, Erice es un paraíso para los amantes de la cultura clásica y mediterránea, pues conserva la huella de las distintas civilizaciones que la han habitado desde el Paleolítico. En sus calles se respira la presencia de los antiguos griegos y romanos, la presencia árabe y la historia medieval normanda.
Joya italiana del arte y la cultura, también contemporánea, Erice ofrece unas vistas panorámicas espectaculares de la isla y tiene multitud de monumentos, como la fortaleza, iglesias, bellas plazas, museos, naturaleza rutas de senderismo y trekking, y una gastronomía deliciosa. Sus pastelerías son imprescindibles.
Moustiers-Sainte-Marie (Francia)
Pasamos ahora a nuestro país vecino para fijar la mirada en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul (Provence-Alpes-Côte d'Azur), uno de los pueblos más bonitos de toda Fracia, y a es decir. Situado entre montañas y rodeado de la naturaleza de la alta Provenza, Moustiers-Sainte-Marie es célebre por su artesanía de loza y cerámica local, pero todo el pueblo enamora.
Emplazado en elo Parque natural regional del río Verdon, el pueblo fue fundado por monjes en el siglo V y mantiene esa identidad medieval mediterránea, con sus viviendas de piedra encaramadas entre dos acantilados, atravesado por un arroyo de montaña abrazada por campos de lavanda y olivares. Como curiosidad, una estrella dorada brilla entre los dos picos que enmarcan el pueblo.
Ballycotton (Irlanda)
Quien prefiera unas vacaciones más fresquitas puede dirigirse a Irlanda, donde los veranos acostumbran a ser magnánimos con los que no aguantan el calor. Ballycotton es un pueblo pesquero en el condado de Cork, provincia de Munster, destino tranquilo e ideal para los que aman el mar pero huyen las masificaciones del turismo playero más típico.
Merece la pena visitar el curioso faro negro -una rareza- y recorrer las rutas por los impresionantes acantilados, además de hacer excursiones por los alrededores. National Geographic recomienda además la comida de esta localidad, tanto para comer platos típicos sencillos como para conocer la cocina contemporánea más refinada de Ballymaloe House, de filosofía farm to fork.
Telč (República Checa)
En el suroeste de Moravia, cerca de Jihlava, esta ciudad checa es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1992, una bellísima localidad donde se respira arte e historia en cada rincón. La majestuosidad de su arquitectura perfectamente conservada invita a pasear sus calles y descubrir sus museos, monumentos, iglesias y palacios, aunque solo la gran plaza central donde se organiza el mercado semanal merece ya una visita. Querrás fotografiar todas sus fachadas.
Mariefred (Suecia)
También un verano más fresco se puede vivir en Suecia, y Mariefred es la localidad recomendada para huir de los destinos más típicos. Pero los más entendidos en la cultura escandinava conocerán bien esta ciudad de Södermanlands Län, porque sus preciosas casas de colores pastel son difíciles de olvidar. "Esta ciudad sueca de parece sacada de un episodio de Pippi Calzaslargas", afirma la experta Esmee van Dijk.
De dimensiones pequeñas pero llena de lugares para visitar, Mariefred acoge entre otros monumentos el castillo renacentista Gripsholm, con la Galería Nacional de Retratos de Suecia, y ofrece multitud de excursiones y experiencias como paseos en locomotora urbana, barco de vapor, galerías de arte, preciosos parques y turismo activo en su entorno natural.
Fornalutx (España)
Finalmente la experta de National Geographic pone el ojo en nuestro país para recomendar un lugar que aún no goza de toda la atención que se merece, al menos no tanto como otros destinos más masificados. Mallorca sin duda es destino candente entre los extranjeros, pero Fornalutx aún pasa desapercibido para quienes se quedan en Palma o las playas.
Pueblo tradicional de montaña, Fornalutx está en plena sierra de Tramuntana y tiene una riquísima historia que se remonta a más de 2.000 años atrás. La vida tradicional y el contacto con la naturaleza aún permanecen vivos en una villa llena de encanto con calles estrechas de adoquines, plazas y viviendas típicas siempre decoradas con multitud de macetas y flores.
Imágenes | Wikimedia/dronepicr - Unsplash/Filip Urban - RICCARDO BRUGNONE - Pixabay/katzenfee - manos21
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