Pocos rincones hay tan de Murcia como El santuario de la Virgen de la Fuensanta, hogar de la patrona y enclave estratégico donde disfrutar de unas vistas privilegiadas de toda la ciudad. En pleno Parque regional El Valle y Carrascoy, lleva años siendo punto de partida y meta de excursiones y paseos por el monte para miles de murcianos, que a menudo suben también solo buscando una mesa en el Quitapesares, el bar con la terraza más envidiada de la capital pimentonera.
Desde el año 1973 lleva la Terraza Quitapesares ofreciendo un lugar de descanso y refrigerio al murciano o al visitante que se anima a salir de los límites urbanos para respirar un poco de aire fresco, practicar algo de deporte o conocer el desconocido patrimonio histórico artístico que salpica El Valle. Junto a la Balsa, a un paseo de distancia, el Quitapesares es uno de esos puntos casi icónicos con los que muchos murcianos nos hemos criado, que siguen ahí a pesar de los cambios que han experimentado con los años.
De bar de hotel a restaurante con vistas (y algunas pretensiones)
La expresión coloquial que le da nombre refleja bien la esencia del mismo y, particularmente, de su localización. Se dice que le viene del apodo con el que se conocía aquel rincón, donde discurría un sendero transitado por aquellos que acudían a ver a la patrona, o simplemente a retirarse del mundo para descansar y meditar. Solo con permanecer allí, a los pies del Santuario, abrazados por la naturaleza y dominando la ciudad y su huerta, se curaban los pesares del alma.
Aprovechando el punto de atracción que era el Santuario y el propio Valle, a mediados del siglo XX se levantó un hotel para el cual los gerentes pensaron ofrecer un servicio de refrigerio y cóctel a sus huéspedes. Así se adecentó el espacio contiguo aprovechando el propio terreno natural, arrancando la historia del Quitapesares.
El negocio cobraría auténtica vida en los años posteriores cuando el matrimonio Moreno y Escribano se hizo con las riendas del modesto bar. Fue Soledad, la madre de José y María Encarnación, los hermanos que comparten ahora la propiedad, quien realmente sacó adelante el local tras la temprana muerte de su marido. Recordada por muchos al frente de los fogones y detrás de la barra cuando hacía falta, Soledad Escribano ha pasado la gerencia recientemente a sus hijos.
Cabe destacar que, a pesar de mantener su esencia de terraza campestre con una vistas privilegiadas, el Quitapesares ha dado un giro desde que la nueva generación ha ido asumiendo más responsabilidades. Desde hace unos años ya pretende ser algo más que un bar modesto -carece de sala interior-, ha aumentado el mobiliario y la decoración, y la terraza se divide en zonas de más refrigerio puntual y mesas de comedor.
La actualización de la carta y prestaciones obligó a los propietarios a reestructurar el propio sistema de servicio, también empujados por el aumento de la afluencia de público, con una mayor presencia de turistas y extranjeros. Abierto todo el día, el Quitapesares sigue siendo un espacio donde poder desayunar, tomar el aperitivo, un café o merendar, pero tienen prioridad las mesas para comer y cenar; y más vale ir con reserva o te tocará esperar.
Estos cambios no han sentado muy bien entre un sector de la clientela habitual que procura dejar constancia de su descontento en las redes y páginas de reseñas, si bien se intuye cierto resquemor personal hacia el propio José Moreno.
A ojos y experiencia de una murciana expatriada, que procura regresar a los lugares de su infancia en cada nueva visita a la vivienda familiar, la Terraza Quitapesares simplemente ha evolucionado y ha buscado adaptarse a los nuevos tiempos. ¿Con ciertos aires de pretenciosidad? Puede ser, pero nada a lo que no estemos acostumbrados en el mundillo gastro actual.
Es comprensible que al cliente de toda la vida le moleste tener que esperar cuando hay mesas libres, que no puedas elegir donde sentarte y que reserven las mejores vistas a quienes han reservado para comer o cenar. Tampoco sienta bien que se anuncie la consumición mínima de 12 euros en estos casos, pero hay que conceder a sus propietarios que es una política perfectamente razonable. Si vas a ocupar una mesa en turno de comida o cena, consumirás en consecuencia.
En cualquier caso, reiteramos, es la política del local, perfectamente respetable y sin ocultarla al cliente en ningún momento. Igual de respetable que es no aceptarla y dar media vuelta cuando encuentras el cartel a la entrada.
Tapas murcianas, productos locales, platos tradicionales y algo más
La otra gran baza del Quitapesares, además de sus vistas, es que mantiene la apuesta por el producto murciano con algunas de las tapas más típicas de bar de toda la vida, también con opciones más en formato ración para compartir, si bien todo el tapeo se puede pedir por unidades según los comensales o el hambre que se tenga.
Como declaró el propio José Moreno en el programa La Misquina de Onda Regional, su intención es ofrecer "una terraza para todos, una murcianía accesible para todo el mundo". Encontramos así platos murcianos de la huerta como el zarangollo, los michirones, la ensalada murciana o el típico tomate partido con aceitunas y boquerones (o bonito) y tapas ya imprescindibles como el trío de marinera, marinero y bicicleta, la salchicha seca o los salazones marineros con almendras.
La marinera del Quitapesares aprueba con notable, con una ensaladilla sabrosa y jugosa, generosa, buenas anchoas -sin cortar, como debe ser- y rosquillas crujientes. Tampoco se le pueden poner pegas a los boquerones en vinagre o las aceitunas murcianas, con buena mordida y mucho sabor. Esperamos, eso sí, que en temporada de tomates de la huerta se cambien los kumatos, que cumplen su papel el resto del año.
Bien la típica ración de mojama, hueva y almendra marcona (10€), que se acompaña de picos, si bien quizá algo escasa en la cantidad de piezas, pues tocábamos a una salazón de cada tipo por persona en nuestra mesa. La carta se completa con tapas y raciones más genéricas, como la tortilla de patatas, el jamón y los quesos, a los que se suma el apartado de frituras (croquetas, tigres, caballitos, muslitos de mar...), que cumple sin más y se sirve con patatas paja.
También es intención de los nuevos gerentes "traer un cachito del mar Menor" a la huerta de Murcia, y para ello han adaptado la receta del caldero de Cabo de Palos, de Cartagena, a su cocina. En nuestro caso preferimos algo marinero pero más ligero, un calamar a la plancha (19,5€) que resultó más que decente, con buen sabor y tierno, acompañado de una ligera salsa verde y el imprescindible limón, aunque por el precio podría ser más abundante.
Probablemente buscando atraer a una clientela más joven, urbanita y turística, a la buena selección de montaditos típicos se añaden platos que parecen un poco fuera de lugar entre el tapeo murciano como las empanadillas criollas, las inevitables hamburguesas o los sándwiches y croissants a la plancha. Por las bandejas que no paran de llevar los camareros, tienen sin embargo buena aceptación entre el público.
Tienen buena fama los paparajotes y las tartas caseras, así como el bizcocho de la casa, más recomendables en horario de desayuno o merienda, cuando hay menos ajetreo en la terraza. Especialmente recomendable es acercarse en otoño o invierno, ya en fechas navideñas, al atardecer, y calentarse con uno de los tentadores cafés especiales que preparan, como el golosísimo "quitapenas". En verano la terraza nocturna se alarga y es ideal para tomar alguno de los cócteles que también preparan en el local.
Qué probar. Las tapas y raciones murcianas son sin duda la opción más recomendable y apetecible en un rincón de tanta tradición e historia pimentonera. Son imprescindibles las marineras (2,5€) o la simple ensaladilla (2,8€), la hueva de mújol o de maruca y la mojama, siempre con almendras. Si no eres muy de fritanga puedes ahorrarte la sección de rebozados e ir directamente a por el zarangollo (9€) los típicos montaditos de sobrasada con queso fresco (3€).
Datos prácticos Dónde: Santuario de la Fuensanta, 54 (Murcia).
Precio medio: de 12 a 25 euros.
Reservas: 968 84 01 55.
Horarios: 10:00–23:30 todos los días
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