A pesar de la cercanía con España, Marruecos sigue siendo un país repleto de secretos por descubrir, especialmente en lo que respecta a sus maravillas naturales.
Aunque ciudades como Marrakech, Fez, Casablanca y Tánger atraen a la mayoría de los turistas, hay un Marruecos desconocido para el viajero español: un territorio de paisajes diversos y sorprendentes, ideal para explorar durante cualquier época del año.
Desde desfiladeros imponentes hasta dunas que parecen sacadas de un sueño y cascadas de ensueño, Marruecos ofrece destinos naturales que cautivan a quienes buscan experiencias únicas como estos tres.
Las gargantas del Todgha: un paraíso entre montañas
En el corazón del Alto Atlas se encuentran las imponentes gargantas del Todgha, un desfiladero que parece salido de una película épica. Este lugar, ubicado cerca de la ciudad de Tinghir, es famoso por sus paredes verticales de roca, que se alzan hasta 300 metros sobre el suelo y apenas dejan espacio para el río que lo atraviesa. La estrechez del paso y la majestuosidad de sus paredes convierten este lugar en un espectáculo natural que deja sin aliento.
Llegar hasta aquí es parte de la experiencia. Desde Marrakech, un trayecto de unas siete horas en coche por carreteras bien asfaltadas te llevará hasta Tinghir, desde donde un camino de montaña conduce a las gargantas.
El mejor momento para visitar las gargantas es la primavera o el otoño, cuando las temperaturas son más suaves. Aquí, los amantes de la naturaleza pueden disfrutar de paseos tranquilos por el cañón, mientras que los más aventureros tienen la oportunidad de practicar escalada en roca, una actividad muy popular gracias a las características del terreno.
Además, la luz al amanecer y al atardecer transforma el lugar en un espectáculo visual incomparable, con tonos rojizos y dorados que parecen pintar las paredes del desfiladero.
Dunas blancas de Dakhla: un desierto junto al océano
En el extremo sur de Marruecos, cerca de la frontera con Mauritania, se encuentra Dakhla, un destino que combina desierto y océano de una forma casi mágica. Aquí, las dunas blancas se extienden hasta encontrarse con las aguas turquesas de la laguna de Dakhla, creando un contraste que resulta difícil de creer si no se ve con los propios ojos.
Dakhla es accesible gracias a su pequeño aeropuerto, que recibe vuelos desde ciudades como Casablanca y Agadir. También se puede llegar por carretera, aunque el viaje es largo y suele ser más cómodo optar por el avión. Este rincón de Marruecos se disfruta mejor entre octubre y abril, cuando las temperaturas son más agradables y los vientos suaves hacen de la región un lugar ideal para practicar deportes acuáticos como el kitesurf.
El principal atractivo de las dunas blancas es, sin duda, su tranquilidad. Pasear descalzo por las finas arenas, observar cómo el viento esculpe las formas del desierto o simplemente sentarse a contemplar el horizonte son actividades que permiten desconectar por completo.
Además, es posible realizar excursiones en 4x4, disfrutar de paseos en camello y degustar mariscos frescos en los restaurantes locales, una combinación perfecta para quienes buscan aventuras con un toque de comodidad.
Cascadas de Uzud: la magia del agua
A unos 150 kilómetros al noreste de Marrakech, las cascadas de Uzud son uno de los espectáculos naturales más icónicos de Marruecos. Con una caída de 110 metros, estas cascadas se despliegan en varios niveles, formando pozas cristalinas rodeadas de vegetación. El sonido del agua al caer y el frescor que emana el lugar lo convierten en un refugio perfecto para escapar del calor.
Llegar hasta Uzud es relativamente sencillo. Desde Marrakech, el trayecto en coche dura unas dos horas y media, y también hay excursiones organizadas que incluyen transporte y guía. Si prefieres el transporte público, puedes tomar un autobús hasta Azilal, el pueblo más cercano, y desde allí un taxi compartido hasta las cascadas.
La mejor época para visitar Uzud es entre marzo y mayo, cuando el caudal de agua es mayor debido al deshielo en las montañas. Durante la visita, es imprescindible descender hasta las pozas para darse un baño refrescante o subir al mirador para disfrutar de una vista panorámica de las cascadas.
Los alrededores también ofrecen pequeñas rutas de senderismo que permiten explorar el paisaje circundante, repleto de olivos y almendros. Además, es habitual cruzarse con monos en libertad, una experiencia que añade un toque divertido al recorrido.
Imágenes | Visit Morocco / Facebook Visit Morocco / Instagram zakariaedaoui
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