Esta semana, Riad, en Arabia Saudí, se ha convertido en el epicentro de la 45ª sesión del Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO, donde se espera que se tome una decisión crucial para el legado cultural y natural de la humanidad.
La atención se centra en la selección de la próxima incorporación a la prestigiosa Lista de Patrimonio Mundial, y este año España presenta su candidatura: el "paisaje dulce y salado" de Sigüenza y Atienza, en la provincia de Guadalajara.
Este excepcional paraje, que se extiende desde el Parque Natural del Acantilado de Río Dulce hasta Atienza, es una joya enclavada en el páramo de Sigüenza, uno de los ejemplos más auténticos y mejor conservados de su tipo en la Península Ibérica.
La candidatura describe la relación única entre el ser humano y este espacio natural excepcional, que se forjó durante la Edad Media y ha permanecido en gran medida inalterado desde entonces.
En la actualidad, este rincón especial alberga una serie de pintorescos pueblos como el citado Atienza, pero también Palazuelos, Carabias, Mandayona, Saúca (Jodra del Pinar), Torremocha del Campo, Mirabueno o Algora.
Una de las características más destacadas de esta candidatura es la sorprendente convivencia de agua dulce y salada en un mismo entorno natural, lo que ha dado lugar a una hidrografía única en la región. Mientras que el río Salado deja su "suave huella", el Dulce fluye a través de calizas y areniscas del Jurásico, creando un paisaje espectacular con cañones y gargantas de agua dulce. Gargantas que, por cierto, fueron el escenario que el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente eligió para rodar varios de los episodios del programa El hombre y la tierra.
Lo que hace que este paisaje sea aún más destacado es la ausencia de un ecosistema cultural comparable en la Lista de Patrimonio Mundial. Según la candidatura, no existen ejemplos en la lista que combinen una diversidad tan amplia de valores históricos, culturales, arqueológicos, geológicos, botánicos y zoológicos en un territorio tan compacto. Junto a todo ello, la inclusión patrimonial además hace hincapié en una rareza de este territorio: su riqueza salinera.
Conocida por las Salinas de Imón, las cercanías de Sigüenza eran famosas por ser un territorio salinero de interior, una singularidad que justifica, entre otras cosas, el boom de la localidad seguntina durante la Edad Media y la Edad Moderna.
La inclusión de este paisaje en la Lista de Patrimonio Mundial podría enriquecer la forma en que se comprenden y se interpretan otros sitios ya presentes en la lista, ofreciendo una visión más completa y conectada de nuestro patrimonio cultural y natural.
Con esta propuesta, España busca preservar y celebrar un rincón de su historia y naturaleza que ha perdurado a lo largo de los siglos y que merece un lugar destacado en el legado mundial. La decisión final del Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO se espera con gran anticipación.
Imágenes | iStock
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