En el corazón de la comarca de la Segarra, de la que es capital, la localidad de Cervera presenta algunas de las curiosidades más singulares de la provincia de Lleida y de toda Cataluña.
Fundada sobre el siglo XI, Cervera no comenzaría a experimentar un boom demográfico hasta que no se hubiera asentado la Reconquista en territorios catalanes, allá por el siglo XII.
Además, Cervera fue una singularidad en los territorios catalanes, pues no estaba sometida durante la Edad Media a ningún señorío feudal, por lo que se trataba de una villa libre, si bien es cierto que el título de ciudad no le sería concedido hasta el año 1702.
Durante esos más de 500 años, Cervera vivió varios momentos de esplendor económico y social de los que ahora son testimonio varios piezas aquitectónicas de importantísimo valor cultural, lo que hace que el casco histórico de Cervera sea uno de los que más bienes de interés cultural –catalogados por la Generalitat de Catalunya– tiene, con un total de 11.
Entre ellos resulta evidente destacar la casa consistorial, llamada aquí Paeria, que si bien tiene orígenes medievales, el edificio moderno corresponde al siglo XVII, cuando se erige en estilo barroco el nuevo ayuntamiento.
Qué ver en Cervera
Dominando el centro de Cervera, la Paeria o casa consistorial, supone uno de los mejores testimonios del floreciente pasado de Cervera. Además, justo detrás de esta construcción se encuentra la Iglesia de Santa María.
Originaria del siglo XI, la iglesia primigenia se levantó con los patrones del románico, pero sería siglos más tarde remodelada y ampliada con los cánones del gótico, que es el que hoy prima en los detalles de la edificación.
A ello hay que sumarle una de las grandes rarezas –quizá la que más– de la iglesia: la torre del campanario. Seis campanas, algunas aún del siglo XV, presiden las alturas de Cervera y desde aquí la Asociación de Campaneros de Cervera sigue tocando manualmente las campanas, convirtiéndose así en un símbolo de la ciudad.
A las afueras del pueblo se encuentra la iglesia de San Pedro el Grande, una curiosa construcción circular, también datada del siglo XI, y donde es su forma la que más singularidad refleja. Cerrada al culto en la actualidad, esta iglesia solo se puede disfrutar exteriormente, pero es espejo de esa curiosa forma de edificar, una auténtica rareza para la época.
Fiel además a ese carácter de pueblo amurallado, Cervera conserva otras particularidades en su fisonomía. Es el caso de contar con una muralla formada por los propios edificios, fruto de haber crecido como una villa cerrada, y que dan sentido al primer recinto amurallado de la ciudad.
No obstante, en el siglo XIV el rey Pedro el Ceremonioso decidió fortificar el resto del pueblo con más de 3.000 metros de muralla, rodeando por completo Cervera y dotándola de un carácter defensivo acorde a su importancia.
En una zona fundamental en el camino a Barcelona y con una agricultura boyante, Cervera era tierra de cereal y de vino. Razón por la que hoy alberga el Museu del Blat i de la Pagesía, un compendio etnográfico de la forma de vivir de los payeses y agricultores de la zona hasta bien entrado el siglo XIX, momento del último esplendor cerverano.
No obstante, hay aún otro momento cumbre en la historia de Cervera. Durante la Guerra de Sucesión, la ciudad se posicionó finalmente del lado de Felipe V, el candidato borbónico, en detrimento de los austracistas, que eran mayoría en Cataluña.
Esta posición valió a Cervera para que Felipe V, una vez ganada la contienda, decidiera cerrar todas las universidades de Cataluña y fundar una en Cervera. No sería cuestión de poco tiempo, pues la universidad no estaría operativa hasta el año 1740.
Siguiendo líneas barrocas y neoclásicas, la Universidad de Cervera se construyó bajo esos preceptos que ya hacían vislumbrar los tintes de la Ilustración, basándose en una gran planta rectangular, de eminente carácter práctico. Hoy la universidad de Cervera sirve como centro de diferentes estudios, toda vez que se trasladasen de nuevo los estudios superiores a Barcelona en el año 1842.
Por último, con la Semana Santa de por medio, Cervera es además un destino pascual de primer orden en Cataluña, quizá menos afamada en este sentido que otras partes de España. Aquí, desde hace más de 500 años –aunque con interrupciones– se representa La Pasión de Cristo, una composición que tiene lugar en el Gran Teatro de Cervera, donde no sólo se vincula con el calvario de Jesucristo, sino también con la propia historia de la localidad.
Imágenes | Turisme de Cervera / Ara Lleida / Spain.info
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