Usar este elemento fue muy popular entre los artesanos cristaleros de Bohemia en el siglo XIX
Símbolo de distinción y lujo en la mesa, la costumbre decaería ya bien entrado el siglo XX
¿Te imaginas beber en una copa de cristal de Bohemia que tuviera uranio? Quizás ahora te resulte una locura beber en un recipiente radioactivo, pero hasta hace no tanto, aquella realidad existía y, además, era una costumbre relativamente arraigada en las clases sociales más pudientes de Europa.
Convertido en uno de los mayores museos del vidrio y de los continentes de todo el mundo, la Colección Bridge, dentro del distrito cultural y museístico WOW, en Porto, alberga la mayor muestra mundial de recipientes, con más de 2.000 piezas distintas desde hace más de 9.000 años.
Procedente de la colección personal de Adrian Bridge, CEO de WOW Porto, un fanático de este tipo de productos, constituye el museo más singular y curioso de todo el distrito y, en él, entre otros tesoros, encontramos vajillas de uranio.
Convertido en símbolo de riqueza y de poder durante el siglo XIX —y hasta bien entrado el siglo XX—, el uso de uranio en determinadas cristalerías era algo frecuente entre el año 1830 y el año 1940.
Descubierto como elemento químico en 1789 por el químico alemán Martin Heinrich Kalproth, el uranio es hoy de sobra conocido como un elemento radioactiva, fundamental —entre otras cosas— para la producción de energía atómica y sus derivados, incluida la industria armamentística.
Sin embargo, los cristaleros bohemios —de Bohemia, en la antigua Checoslovaquia, hoy República Checa— encontraron que el uso del uranio era perfecto para dar color a sus reputadas cristalerías.
De esta manera, aplicando uranio a la producción de cristal se podía dotar a las copas y vasos de distintos colores, muy brillantes, como el amarillo, el naranja, el marfil y distintos tonos de verde, incluyendo el verde oscuro, o el propio color negro.
Caída en desuso como técnica ya en la década de los años cuarenta del siglo XX, tanto por el coste como por el consciente riesgo que entrañaba el uranio en la elaboración de estas vajillas, el uso del uranio en las cristalerías dejó de tener sentido.
La 'buena noticia' es que podemos estar seguros si alguna vez bebiéramos algo desde estos vasos, pues aunque si se les aplica un contador Geiger —que mide la radioactividad— el resultado será positivo, no es mayor de lo que se produce ante las ondas de un microondas o de un televisor.
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Sometidos a luz ultravioleta, estas copas alcanzan colores fluorescentes con destellos verdes como el que apreciáis en la foto y que en The Bridge Collection, dentro de WOW Porto, podréis descubrir.
Imágenes | Jaime de las Heras / iStock
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