No hace falta ser Juan Martín Díaz, Juan Lebrón o Paquito Navarro (tres estrellas de este deporte) para disfrutar del pádel, un deporte que lleva más de dos décadas creciendo imparable, pero tampoco hace falta ser un aficionado al deporte para disfrutar de Volea, el restaurante que ha convertido un club de pádel en un centro de peregrinaje gastronómico en el madrileño Pozuelo de Alarcón.
Famoso por ser uno de los municipios con la renta per capita más alta de España, Pozuelo tiene la reputación de localidad pija aunque la realidad es que, salvando varias urbanizaciones como La Finca (donde habitan personalidades y futbolistas), no dista mucho de ser como otras ciudades de la zona oeste de Madrid como Las Rozas, Villanueva de la Cañada o Majadahonda.
Ubicado dentro de Club Mad4Padel, muy cerca de Madrid, Volea es el sueño de dos entusiastas de la hostelería como Jorge Dávila (en sala) y Óscar Portal (en cocina), que después de haber trabajado en restaurantes con estrella Michelin y en hoteles de lujo, aterrizan en un club de pádel.
Las pretensiones, como han afirmado en varias ocasiones: "agradar al público". Nada incomprensible figura en la carta de un restaurante desenfadado y sin más pretensiones que dar bien de comer, apartando esnobismos de alta cocina y abriendo las puertas de par en par en un restaurante donde también son bienvenidos los niños.
Bajo ese prisma familiar, la cocina de Volea es sensata, reconocible y, entendiendo los precios de Madrid, comedida. Precisamente es ese perfil de cliente al que aspira Volea, que ya lleva tres años abierto, y una de las razones por la que entre los grandes éxitos de la carta están los arroces, como el del senyoret o el de verduras del huerto, aunque abren también la mano a la alta cocina con un arroz de pichón.
Abierto a todo tipo de público (no hace falta ni jugar al pádel ni ser socio del club para comer en Volea), la propuesta supone también darse cuenta de que las exigencias del público, sin importar el espacio, han ido in crescendo.
Seguramente hace un par de décadas habría sido impensable que alguien se atreviese no ya a hacer arroces en un club de pádel, sino al simple hecho de plantear una cocina más allá de algunos bocadillos y algunas tapas frías en un centro deportivo.
Algo que parece superado, al menos en el caso de Volea, además de otros sorpresivos restaurantes como el que se encuentra dentro de Desguaces La Torre, que es otro de esos ejemplos de hostelería cuidada en lugares que sorprendan.
Terrenal en lo que ofrecen, conscientes del espacio y del público, Volea no se lía la manta a la cabeza en complicaciones y ha ido modelándose a gusto del cliente y sus demandas. Caben las croquetas, caben los torreznos y cabe la hamburguesa (en la barra), pero también hay cintura para una cocina algo más creativa, como ha sido habitual en la carrera de Óscar Portal.
Hablamos de los chipirones con caldo de mejillones, de la anguila ahumada con foie o del estofado bretón con carne de ternera angus, que bebe de una inspiración francesa que Portal siempre ha sentido. Por el camino, platos como el pâtè en crôute o el huevo Perigord se han ido quedando, debido a esa adaptabilidad de la carta.
Diseñada para compartir, la propuesta de Volea es muy de fin de semana para familias y grupos grandes, pero igualmente funciona el resto de la semana y demuestra que algunos clásicos modernos como la burrata, las anchoas de calidad o la tortilla vaga tienen aún mucho recorrido. A su vera, una propuesta enológica que también afianza el espacio y demuestra que Volea no es un simple pica pica.
Una treintena de referencias que incluyen clásicos de Rioja, Ribera del Duero, Rueda y Rías Baixas, además de pinceladas de autor y gotas de otras denominaciones de origen como Ribeira Sacra, Jumilla o Priorat y con la que refrendan un compromiso para que el vino también sea importante.
Además, con precios contenidos, lo que 'invita' a recurrir a la botella frente a la copa. Algo que también han puesto en boga creando menús maridados, como el que disponen hasta finales de enero, acompañado de vinos de La Rioja Alta.
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Junto a eso, una selección de postres caseros con también acento galo (como la tarta fina de manzana) o ineludibles como la tarta de queso, hacen las delicias de padres, hijos y recién llegados a la sorpresa que Volea supone. No solo por su nivel de cocina, sino también por un servicio de sala muy cuidado, dirigido por Jorge Dávila, que demuestra que hasta en los lugares más insospechados la atención al cliente es esencial.
Qué pedir: depende de cuántos seamos y de nuestro plan, pero el arroz de pichón es fundamental, como el bienmesabe en guacamole o la ensaladilla de bogavante. De postre, recomendamos la tarta fina y la tarta de queso.
Datos prácticos
Dónde: Calle Pedriza 6. 28224 Pozuelo de Alarcón. (Dentro del Club Mad4Padel).
Precio medio: 45 euros.
Reservas: 91 488 22 12 y en su página web.
Horarios: de lunes a sábado de 10:00 a 00:00h. Domingos hasta las 20:00h.
Imágenes | Volea
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