Un cóctel viejuno cobra nueva vida en restaurantes de alta cocina y barras de sushi
Café, copa y puro es una de las frases más manidas de las sobremesas españolas. Sin embargo, evitando la opción del humo, el concepto de café y copa está arraigado en un ideario colectivo que ahora, además, está dando pie a nueva tendencia: los cócteles con café.
O no tan nueva, pero sí de moda. Encabezada por el espresso martini, el cóctel arquetípico de la mixología con café, el sector ha encontrado en esta mezcla un dos en uno perfecto con el que resolver, casi a modo de postre, algunas sobremesas.
Pero no solo eso, claro. El espresso martini se ha convertido en una referencia habitual en las cartas de muchos bares y coctelerías. En Madrid, por ejemplo, Salmón Gurú sirve una versión del espresso martini a la que han bautizado como Coffee Break a costa de un café espresso, pimentón de La Vera, brandy Lepanto y licor Tía María. En Planta Baja sirven otra versión, el espresso bananini, donde el café y el licor de plátano son protagonistas.
En clásicos de Barcelona como Dry Martini el espresso martini también tiene protagonismo de una forma clásica: vodka, café, licor de café Marie Brizard y sirope de caña de azúcar.
La ironía, como mucha gente suele pensar, es que se llama espresso martini a un cóctel donde no hay ningún alcohol que califiquemos como aperitivo. El nombre, como puede ser evidente a los familiarizados con la coctelería, viene del tipo de copa –la clásica copa Martini, triangular y alta– para este trago corto que gana adeptos y que, incluso, se españoliza.
Tanto como para que ahora se esté generando una nueva moda que, incluso, tiene repercusión en la hostelería como el carajillo. Guste o no, no deja de ser un cóctel pues en él se mezcla un licor –en este caso, brandy o cognac– con café. Una realidad similar a la que acontece con el cremaet valenciano, otro trago con café al que quizá nadie se habría atrevido a llamar cóctel hace 40 años, pero que en esencia lo es.
O el café asiático, típico de la ciudad de Cartagena, donde se mezcla café, licor 43 y leche condensada, tanto como para que se haya convertido en la bandera de las sobremesas cartageneras y que tenga una liturgia –y cantidades– bien definidas. Y tanto como para que ahora el carajillo busque su hueco en la alta cocina.
Cuenta, incluso, con un concurso dentro de Madrid Fusión en el que se busca el carajillo más creativo de España. Con la base del Licor 43, el concurso ha premiado a estrellas Michelin como La Salita o a restaurantes de autor como Kappo, una barra de sushi en Chamberí.
Imágenes | La Cantimplora
En DAP | Recetas con café
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