Hay épocas del año en las que encender el horno resulta implanteable. Las altas temperaturas nos echan para atrás y el elevado coste energético nos quita las ganas de darnos un capricho. Por eso viene bien tener ases en la manga como esta receta de galletas de chocolate sin horno.
Los puritanos y puritanas dirán que esto no son galletas y estamos bastante de acuerdo en ello, pero usamos el término para entendernos mejor. La masa se prepara en un cacito al fuego y no lleva harina ni huevo, lo que las hace ideales para ciertas intolerancias.
La elaboración en la que nos basamos es de nuestros colegas de Epicurious, una de nuestras webs de cabecera. Si manejáis bien el inglés y tenéis curiosidad por ver la receta original podéis echar un vistazo a su vídeo. Si no es el caso, os lo contamos nosotros con gusto.
En un cacito introducimos el azúcar, la leche, el cacao y la sal. Batimos para integrar y calentamos a fuego medio al tiempo que removemos. Cuando la mezcla alcance el punto de ebullición comprobamos la temperatura con un termómetro de cocina, tiene que alcanzar 110 ºC.
Cocemos a esta temperatura durante seis minutos, removiendo para que no pegue a la base y se queme. Los termómetros de mano son menos fiables que los que se enganchan con pinza al borde del cacito, así que evítalos si puedes. Nosotros no teníamos otro y la mezcla nos quedó más tierna de lo que debería, pero igual de deliciosa.
Retiramos el cacito del fuego y agregamos el chocolate, previamente fundido, la mantequilla de cacahuete y el extracto de vainilla. Incorporamos también los copos de avena y mezclamos bien durante unos minutos hasta que comience a espesar.
Colocamos cucharadas de la masa sobre una bandeja cubierta con papel vegetal y las aplastamos ligeramente. Dejamos enfriar durante una hora o hasta que estén firmes al tacto. Si no las consumimos en el momento, las guardamos en un recipiente hermético en la nevera, donde aguantan hasta un mes.
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Con qué acompañar las galletas de chocolate sin horno
Estas galletas de chocolate sin horno tienen un profundo sabor a cacao y cacahuete y un vaso de leche fresquita es, probablemente, su mejor acompañante. Aunque cada cual es libre de casarlas son lo que quiera o de consumirlas por sí solas.
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