Nos vino de América junto con el oro, la patata y el tabaco. Era una semilla insignificante y amarga.
Los indios la utilizaban como moneda de cambio, pero aquí sin ningún valor, incluso los piratas tiraban por la borda los cargamentos de esta semilla cuando atrapaban una nave hispana en las rutas del Nuevo Mundo.
La semilla es el cacao. Se cree que fue un monje del Cister, fray Aguilar, el que mandó a España las primeras semillas junto con las recetas para elaborar cacao. Aquí empezó la historia y tradición chocolatera. Con el cacao limpio, tostado, triturado, solubilizado y refinado ya es posible comenzar su transformación en chocolate.
Este es una mezcla de polvo de cacao y azúcar, que sufriendo una serie de tratamientos como son el conchado, el templado, el moldeado y enfriado terminará finalmente envasado y listo para nosotros los adictos al chocolate y a su exquisito sabor.
Realmente fue un gran tesoro, un tesoro culinario de incalculable valor.