Ni aluminio ni film: así se conservan mejor los embutidos para evitar que se sequen

La nevera es un gran aliado para mantener la comida en buen estado, pero puede no ser lo mejor exponer ciertos alimentos a su sequedad directa

Pexels Eva Bronzini 5975427
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Abrir la nevera y encontrarse con un trozo de queso convertido en una piedra o unas lonchas de jamón completamente resecas es una experiencia demasiado común. Muchas personas recurren al papel film o al aluminio para conservar estos productos, pero la realidad es que estas soluciones no son las más efectivas.

Afortunadamente, existe un método mucho más eficiente que garantiza que los embutidos y quesos se mantengan frescos durante más tiempo, y la verdad es que no son necesarias muchas vueltas para dar con una solución fácil y sencilla.

La clave está en los recipientes herméticos. Estos reducen el contacto con el aire, evitando que los alimentos se sequen o adquieran olores del frigorífico. En lugar de envolver el queso con plástico, guardarlo en un tupper bien cerrado puede marcar la diferencia entre un producto que conserva su textura y sabor y otro que se vuelve incomible en cuestión de días.

Ahora bien, más allá de guardarlos herméticamente, no todos los quesos son iguales, y cada tipo requiere su propio método de conservación. Los quesos tiernos y semicurados se benefician de ser envueltos en papel encerado o de horno, lo que permite que respiren sin perder humedad.

Para los quesos curados, un truco eficaz es envolverlos en un paño de algodón ligeramente humedecido, lo que evita que se resequen sin afectar su maduración. Estas condiciones permitirán que el queso esté mejor acompañado que a la intemperie de la nevera.

El embutido, por su parte, también tiene sus propios trucos de conservación. En el caso del jamón, cubrir el corte con su propia grasa ayuda a preservar su humedad y sabor.

Otros embutidos como el chorizo o el salchichón pueden mantenerse mejor si se untan con un poco de aceite de oliva antes de guardarlos, o si se conservan en un recipiente hermético, poniendo opcionalmente un poco de arroz o garbanzos secos, que absorberán el exceso de humedad.

Un truco menos conocido pero muy eficaz es sumergir pequeños trozos de queso en aceite de oliva con hierbas aromáticas. No solo los mantiene en perfecto estado, sino que además potencia su sabor con un toque extra de romero, tomillo o ajo.

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Asimismo, no hay que olvidar que para disfrutar al máximo de estos productos, es recomendable sacarlos del frigorífico al menos 30 minutos antes de consumirlos. De este modo, recuperan su textura y sabor óptimos, permitiendo que cada bocado sea una experiencia deliciosa y no un ejercicio de masticación extrema (y menos agradable que a temperatura ambiente).

Foto | Eva Bronzini

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