Sorpresas te da la vida, sorpresas te da la ciencia. Esta vez no hablamos del último intento de 'jugar a ser Dios', sino de una creación artística que, sin pretenderlo, ha acabado convirtiéndose en un árbol que da más 40 de tipos de frutas distintas.
Su artífice es el profesor de Arte Sam Van Aken, de la Universidad de Siracusa (Nueva York, Estados Unidos) que comenzó con esta andadura en 2012 con una intención: utilizar el árbol a modo de mosaico a través de injertos para combinar diferentes flores durante la primavera.
Lo que surgió como una sencilla obra de arte, se ha acabado convirtiendo en un alegato naturista y natural a favor de la biodiversidad y de una técnica tan ancestral como el injerto, lo que permite que en verano el árbol esté cargado de frutas de hueso.
Así es el Árbol Frankenstein de las 40 Frutas
Bautizado como el Árbol de las 40 Frutas (Tree of 40 Fruit), desde la propia página web de Aken explican que en él crecen una cuarentena de frutas de hueso. Mencionan melocotones, ciruelas, albaricoques, nectarinas, cerezas y almendras, aunque no sabemos si para llegar a la cifra redonda están contando distintas variedades.
¿Por qué frutas de hueso? Porque la estructura cromosómica entre ellas es muy similar y favorece la hibridación de éstas en un mismo tronco. Para ello, Van Aken no estuvo solo porque contó con distintos biólogos y agricultores que no solo aportaron conocimientos botánicos, sino también variedades e injertos.
Rodeada de tonos blancos, violetas y blancos durante la primavera, la intención de Sam Aken es convertir este árbol en un reservorio de variedades y no en un árbol comercial, ya que propone convertirlo en un método de conservación puesto que los injertos son, principalmente, de variedades antiguas y casi reliquias poco rentables comercialmente.
Lo que sí sabemos es que esta fruta no tiene espíritu comercial, ya que no se se pone a la venta. Por suerte, el Árbol de las 40 Frutas no está solo. Aken ha viverizado desde sus inicios estos árboles, de los que hay más de un centenar, muchos de ellos repartidos por toda la geografía estadounidense.
A futuro, tampoco lo estará. Van Aken pretende seguir convirtiendo estos árboles en un alegato artístico, natural, conservacionista y reflexivo con la intención de que se conviertan en los árboles de las 250 frutas dentro de unos años.
Un proceso complejo porque la fructificación del injerto, la realización de la poda y la propia colocación del injerto son procesos muy meticulosos de los que ver el resultado podría tardar años.
iStock | Sam Van Aken