La carne roja lleva tiempo siendo muy cuestionada por su posible vinculación con enfermedades como el cáncer, sobre todo a raíz de aquel polémico informe de la Organización Mundial de la Salud que alertaba sobre los riesgos de la procesada. Su consumo habitual no solo está ligado a diversas patologías; ahora un reciente estudio alerta de que incrementar la ingesta de carne roja y procesada también eleva el riesgo de mortalidad.
Son las conclusiones de un amplio trabajo de investigación publicado en The BMJ (The British Medical Journal), el primer estudio de su campo que examina la asociación entre un cambio de hábitos de consumo de carne roja y sus consecuentes efectos. Así, empezar a comer más carnes rojas o procesadas elevaría el riesgo a corto y largo plazo, mientras que reducir su consumo optando por productos vegetales y carnes blancas alargaría la esperanza de vida.
¿Qué sucede si empiezo a comer más carne roja y embutidos?
Es la pregunta que llevó un equipo de investigadores de Estados Unidos y China a ahondar en los efectos que estos productos cárnicos tienen en la salud cuando se produce un cambio de hábitos en la dieta habitual. Numerosos trabajos ya los han relacionado con el riesgo de contraer enfermedades como ciertos tipos de cáncer, problemas cardiovasculares o diabetes, pero no se conoce todavía con exactitud cómo influye realmente aumentar o disminuir su consumo.
Para la investigación han recopilado la información recogida en dos estudios de cohorte: The Nurses’ Health Study (enfermeras de entre 35 y 55 años) y Health Professionals Follow-up Study (hombres del ámbito sanitario de entre 40 y 75 años), en los cuales los participantes rellenaron cuestionarios sobre sus hábitos de alimentación y estilo de vida.
Consumir 3,5 o más porciones de carne roja a la semana incrementa un 10% el riesgo de muerte
Los autores han usado datos de 53 553 mujeres y 27 916 hombres, que no tuvieran enfermedades cardiovasculares o cáncer al comenzar los estudios, excluyendo también aquellos con una dieta excesivamente calórica. Así, se han analizado los hábitos alimenticios en periodos de ocho años y su relación con la mortalidad en los ocho años siguientes, desde 1986 hasta el año 2010.
Las causas de muerte identificadas más comunes a lo largo de ese periodo posterior de ocho años fueron relacionadas con problemas cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias y neurodegenerativas.
Tras ajustar diversos factores que pudieran influir en los resultados, los investigadores concluyen que un incremento de 3,5 porciones o más de carne roja (procesada y sin procesar) a la semana se asocia a un aumento del 10% de riesgo de fallecimiento. Si nos limitamos a un aumento de carne roja procesada (salchichas, embutidos, bacon...) el riesgo aumenta hasta el 13%, mientras que la carne roja sin procesar se asocia al 9%.
El efecto contrario: menos carne roja y más proteínas magras y vegetales podría alargar la vida
En general, independientemente de otros factores como la edad, la actividad física o el consumo de alcohol y tabaco, el trabajo concluye que reducir la ingesta de carne roja y procesada a favor de otros alimentos más saludables (cereales integrales, legumbres, frutas, verduras, y proteínas magras como huevos, pescado o pollo sin piel) se relaciona con un menor riesgo de muerte.
Por ejemplo, solo con sustituir una porción diaria de carne roja por pescado durante un periodo de ocho años, se lograría reducir el riesgo de muerte un 17% en los años siguientes. Los resultados son aplicables tanto a corto como a largo plazo, tanto en hombres como mujeres.
A pesar de ser un estudio observacional que no permite establecer relaciones causa-efecto, los investigadores destacan que la amplitud de la información recopilada y la consistencia de los resultados permite dar un mensaje claro a la población general: aumentar o disminuir el consumo de carne roja y procesada afecta directamente a la salud.
La conclusión de los autores es clara y contundente:
Un cambio en las fuentes de proteínas o comer más alimentos vegetales saludables como verduras o cereales integrales puede aumentar la longevidad.
Está claro que la carne procesada no es igual que la carne roja, y no toda la carne roja es igual ni tiene los mismos riesgos según cómo se cocine. Pero, aunque tiene también tiene sus beneficios nutricionales, la evidencia científica parece corroborar algo que la OMS lleva tiempo avisando: hay que moderar el consumo.
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