En España, y en todo el mundo, hay muchas de formas de pedir café, pero en Málaga presumen de tener un vocabulario propio muy particular que ya es seña de identidad de la ciudad. El sistema de diez nombres nació a mediados del siglo pasado con un único origen, el Café Central, un local centenario que este domingo se despedía entre los lamentos de clientes, vecinos y amigos de toda la vida.
No ha sido en este caso consecuencia de la covid-19 ni tampoco la falta de afluencia, pues el bullicio entre las mesas y barra del Central se ha mantenido constante a lo largo de su historia. El elevado precio del alquiler del local y la jubilación de su actual propietario han determinado el cierre, anunciado ya el mes pasado. Lo hacía apenas unas después de recibir el premio Antonio Espinosa a Una Vida Dedicada al Turismo y la Gastronomía, entregado por la Academia Gastronómica de Málaga, como local referente y emblemático de la ciudad.
Más de un siglo de historias y diez formas únicas de pedir café
En realidad no se sabe a ciencia cierta cuándo se fundó el Café Central primigenio, ya que se carecen de fuentes que determinen la fecha exacta de inauguración o de sus primeros pasos. Sí se conserva un documento en el que se anuncia una actuación en el local que data de 1920, por lo que se puede afirmar que el Central, al menos, ha superado el siglo de historia.
El local definitivo surgiría de la unión de tres establecimientos con solera de la plaza de la Constitución, anteriormente plaza José Antonio Primo de Rivera: el Café Suizo, el Múnich y el propio Central, situado entre ambos, por entonces configurado como una barra estrecha que daba a un salón algo mayor. La fusión fue obra de José Prado Crespo, quien decidió dedicarse a la hostería tras un breve periplo como taxista al finalizar la guerra.
En 1954 pudo adquirir definitivamente los tres mencionados locales y unirlos con el nombre del que tenía entonces más popularidad y gancho. Desde entonces el Central ha sido un local emblemático atrayendo a vecinos y, con el paso de las décadas, cada vez más turistas, siendo testigo incansable de los profundos cambios que ha vivido la ciudad y la sociedad malagueña desde sus primeros años.
Además de convertirse en parte de la vida malagueña, el Central haría historia con su revolucionario sistema para pedir café. Cansado de tener que desperdiciar café para amoldarse a los variados gustos de su clientela, aún sufriendo la escasez de la posguerra, Prado clasificó los gustos más repetidos y les dio nombre con originalidad y humor.
Así creó los nueve tipos de café que definen el volumen total de la bebida y su proporción en el vaso: solo, largo, semilargo, solo corto, mitad, entre corto, corto, sombra y nube. Y como le falta uno para poder plasmar el sistema en dos filas pares, añadió la gracia final que respondía a los chistosos comentarios de "¿y menos que una nube?" para eso "no me lo ponga".
Mucho ha llovido desde entonces y el Central se ha ido adaptando a los nuevos tiempos, recibiendo cada vez a más turistas con gustos diferentes a la clientela más añeja, pero sin perder su esencia. La tercera generación de propietarios se había lanzando incluso a tostar y vender su propio café de origen y accesorios, disponibles aún a través de la venta online, organizando también cursos y catas.
La historia del local está plagada de anécdotas e historias que los clientes más fieles y vecinos han rememorado en la fiesta de despedida del local este pasado fin de semana, un amargo colofón a las navidades y agridulce manera de comenzar el nuevo año.
Fotos | Café Central
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