Decepción absoluta la que se ha vivido en el escenario de Madrid Fusión Pastry con la celebración del primer concurso que debía coronar la mejor tarta de chocolate de España. Ninguno de los seis jóvenes finalistas, seleccionados semanas atrás en una fase previa, ha logrado cumplir mínimamente las exigencias del jurado, que ha invitado a los aspirantes a "reflexionar" sobre lo acontecido, invitándoles a volver el año próximo esforzándose más y pensando en el consumidor final.
La clásica tarta de los cumples es muy facilona y nunca falla, pero el nivel de complejidad técnica que puede alcanzar este postre en el marco profesional haría estremecer a cualquier simple aficionado a la repostería, y más aún si implica trabajar con chocolate, un ingrediente tan popular como maltratado en la industria, que exhibe cotas de sofisticación máxima cuando bajo manos expertas.
Para esta primera edición del concurso se convocó una primera fase de la que salieron seis finalistas: Inés Hernández de la pastelería El Bombón (Valladolid), Óscar Vicent de la pastisseria Punt de Neu (Borriana, Castelló), Manuel Sánchez de la confitería Santa Lucía (Salamanca), María Pirez del restaurante Saddle (Madrid), José Carlos Calvo de la pastelería Calvo (Parets del Vallès, Barcelona) y Manuel Malilla, del restaurante Magoga (Cartagena, Murcia).
El jurado, formado por expertos del dulce de la talla de Paco Torreblanca, Frédéric Bau, Fernando Sáez o Ricardo Vélez, se ha mostrado muy decepcionado en su valoración final, sorprendido por el bajo nivel de las tartas presentadas, de las que se esperaba mucho más. "Texturas muy grasas, cremosas, capas que nadan sobre otras...". Torreblanca ha pedido a los aspirantes que reflexionaran sobre lo que se ha presentado, ("no es un fracaso") y les invitaba a volver a participar el año que viene.
Con este panorama ("lo de hoy es una derrota, pero que la profesión es superar la derrotas"), en el que solo se podía elegir "la tarta menos mala", el jurado ha decidido declarar el concurso desierto. Torreblanca ha querido consolar a los jóvenes pasteleros, visiblemente afectados por las palabras del jurado, animándoles a que lo vieran como una oportunidad para reflexionar sobre lo ocurrido, trabajar y mejorar.
Dada la complejidad de elaborar una pieza de alta pastelería compuesta por diferentes técnicas, las tartas se han llevado ya terminadas, dejando los últimos toques de decoración y presentación para la final. Había bastante margen para la creatividad personal, pues solo se exigía que la pieza tuviera más de un 50% de chocolate, con un peso máximo de 1 kg, debiendo presentar dos unidades idénticas, cada una para cinco comensales.
Está claro que la preselección no atinó mucho con los finalistas escogidos, y quizá habría que replantear las condiciones y requisitos del concurso para posibles futuras ediciones. Nadie dijo que las primeras veces fueran fáciles.
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