Desde el estallido de la pandemia, son varios los sectores que han apelado a la solidaridad de los españoles, pidiendo que se priorice la compra de determinados productos como el cordero, el queso, la carne de caza o el vino.
Se trata de sectores muy dependientes de la restauración, que han visto cómo sus ventas se desplomaban después de que cerrara la hostelería. Y es algo que ha ocurrido en toda Europa.
En Francia los productores de lácteos han alertado de que las ventas de queso han caído un 60 %, en Italia la epidemia ha afectado especialmente a los piscicultores, que han visto como sus ventas se desplomaban un 70 % por el cierre de los restaurantes y en Alemania la crisis ha llevado al cierre de algunas cerveceras históricas, que no han podido lidiar con la caída de las ventas.
Para evitar la interrupción del suministro de alimentos, y apoyar a los sectores más afectados, la Unión Europea ha tomado medidas urgentes para apoyar a los productores, facilitando el flujo de mercancías y trabajadores, pero también adelantando el pago de ayudas y mejorando las condiciones de financiación.
Pero, aunque las cuentas del sector agroalimentario dependen en gran medida de la política europea en materia agrícola y comercial, las autoridades locales de cada país apelan al patriotismo de los consumidores, lo que ha llevado a un resurgir de la clásica proclama “consume nacional”. Incluso a nivel regional, las Comunidades Autónomas han lanzado campañas para promover el consumo local.
Y, cómo explican a Directo al Paladar diversos actores de la industria, este es un discurso que solo interesa de puertas para dentro, y puede ser un arma de doble filo.
La mayoría de la alimentación ya es nacional
Todos los años escuchamos noticias sobre la venta de productos extranjeros en los lineales, cuando ya hay disponible género nacional, algo que parece especialmente escandaloso en tiempos como estos. ¿Cómo es posible que se vendan cebollas de Perú cuando están ya disponibles las de La Mancha?
Entre el 85 y el 95 % de los alimentos que comercializan en los supermercados españoles son de origen nacional
Se trata de una polémica ligada a la dinámica de fijación de precios entre agricultores y distribuidores. Los agricultores aseguran que la gran distribución alarga la temporada del producto extranjero para bajar los precios en origen; la distribución que esto es una técnica de marketing de los agricultores destinada a desplazar el producto internacional de los lineales cuanto antes.
Pero ni uno ni otros le dan demasiada importancia al asunto: lo cierto es que la mayor parte del negocio de los agricultores está fuera de España, y la mayor parte de las ventas de la distribución son de producto nacional.
Como explica Ignacio García Magarzo, director general de la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS), que agrupa a casi el 70 % de la superficie de venta de alimentación del país “España es un gran país productor de alimentos, y la distribución española se beneficia de ello, como prueba el hecho de que entre el 85 y el 95 % de los alimentos que comercializan nuestras cadenas son de origen nacional y los que son importados son por razones de estacionalidad, en muchos casos procedentes de empresas españolas que producen fuera”.
“Hay que fomentar el consumo de los productos nacionales”, prosigue García Margazo, “pero sin pretender poner barreras al comercio de alimentos internacional porque seríamos el primer país perjudicado”. Y en esto, coinciden con los agricultores.
Los agricultores españoles viven de exportar
“Nosotros somos exportadores netos, muchos sectores dependen de la exportación, sobre todos los más importantes: frutas y hortalizas, vino, aceite de oliva, carne de cerdo…”, reconoce José Luis Miguel, director técnico de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). “Todos estos sectores si no tenemos exportación no son viables”.
“Si todo el mundo apela al producto nacional nosotros salimos perjudicados porque somos exportadores netos”, aseguran desde COAG
En su opinión, es positivo apelar al consumo de producto local, de temporada, pero atacar la venta de productos de otros países es tirar piedras sobre nuestro propio tejado: “Muy bien, consuma nacional, pero si todo el mundo apela al producto nacional nosotros salimos perjudicados porque somos exportadores netos”.
Nada más comenzar la crisis, los productores de ovino apelaron al consumo nacional, y su llamamiento tuvo éxito. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, su consumo en el hogar ha crecido un 35,6 % desde la declaración del estado de alarma. Pero el sector no parece estar sobreviviendo solo por este aparente patriotismo. Como explica Miguel, el cordero se está exportando estos días con éxito al norte de África, a los países árabes, con motivo del Ramadán.
Los productores españoles compiten también fuera de la Unión Europea, y una posible reacción proteccionista derivada de la pandemia puede poner en aprietos a muchos negocios.
La propia Unión Europea ha alertado del peligro de un discurso nacionalista. El consejero principal de la dirección general de Agricultura y Desarrollo Rural de la Comisión Europea Diego Canga ha pedido ser “cauto” porque “una cosa es incentivar el consumo local y otra muy distinta decir que no se pueden comer más que productos locales.
Miedo a una deriva proteccionista
Entre las medidas que demanda la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) para reactivar el sector se encuentran diversas relativas al apoyo a la exportación, como son trabajar en la eliminación de aranceles, alcanzar un acuerdo de libre comercio con Reino Unido o agilizar y flexibilizar los trámites e inspecciones de aduana.
La FIAB pide potenciar el trinomio Alimentación-Gastronomía-Turismo para promocionar los productos españoles en el extranjero
Como explica a Directo al Paladar Mauricio García de Quevedo, director general de FIAB, “la pandemia está poniendo a prueba muchos mercados y las restricciones que están llevando a cabo países de todo el mundo están dificultando el desarrollo de todos los sectores económicos”.
Aún no hay datos, pero la industria cuenta con impactos negativos a la exportación, sobre todo en el segmento de alimentos premium, que serán los más afectados por la crisis económica derivada de la pandemia.
En opinión de García de Quevedo, los productos españoles son lo suficientemente reconocidos en todo el mundo como para que no afecten los llamamientos patrióticos de otros países, pero cree que, pese a esto, “es necesario potenciar el trinomio Alimentación- Gastronomía-Turismo para promocionar los productos españoles en el extranjero y así abordar la desescalada progresiva de la hostelería, siempre siguiendo las medidas de seguridad necesarias”.
El verdadero problema es la ausencia de turistas
En lo que coinciden todos los expertos de la cadena de alimentación consultados es en que el verdadero problema que vivirá el sector en los meses venideros es, más que el cierre de los bares, la ausencia de turistas.
España logró en 2019 batir por séptimo año consecutivo su récord histórico en llegadas de turistas internacionales, con un registro de 83,7 millones de visitantes. Este año, no hemos recibido ni uno desde mediados de marzo y todo apunta a que apenas tendremos turismo exterior en lo que queda de año.
Hablamos de millones de personas a las que ya no habrá que dar de comer, y esto no solo afecta a la hostelería, sino al conjunto de la cadena alimentaria. De nuevo, entramos en una contradicción: mientras se pide a los españoles que se queden en España aunque se pueda salir, se cruzan los dedos para que el resto de países no hagan lo mismo.
En definitiva, el gran perjudicado de un posible discurso chauvinista será siempre España.
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