Dicen que Masterchef empieza a las 22:10, pero en realidad arranca casi media hora más tarde, tras el interminable resumen y el tiempo de rigor para meterse con la forma en que hablan Los Chunguitos. Dicen también que es un concurso, pero casi todas las normas son arbitarias y los aspirantes pueden entrar y salir del programa por puro capricho.
Buena muestra de esto era la primera prueba, en la que los concursantes han escogido a un compañero para elaborar un postre, en unas cocinas divididas por una pared.
El maestro chocolatero David Pallàs, habitual del programa, ha traído un conjunto de creaciones que los concursantes han tenido que replicar. Los dulces eran más o menos complejos -todos combinaban varias elaboraciones-, pero, además, solo un miembro de la pareja contaba con la receta y veía el postre que había que realizar, y tenía que explicar a su compañero lo que debía hacer. Además, cada uno realizaba el suyo.
Como ya gritan poco los concursantes, imaginaros con un contrachapado de por medio. Hay menos ruido dentro de una hormigonera. El resultado, el esperable: un absoluto desastre, con mención especial al puré de piña de Juan Salazar que se ha pasado la prueba por el forro. Solo algunos de los aspirantes, que sí habían visto el postre, más o menos se apañaron, pero el resto... Y por cada palo de los chefs, empezaba a haber piques y, cómo no, lloriqueos.
Aquí nadie sabe cocinar de verdad, así que se han salvado, sencillamente, los aspirantes a los que les ha tocado postres un poco más sencillos. Tamara Falcó, la única que consiguió presentar un buen postre sin haberlo visto, ha sido la ganadora de la prueba.
Cocina de alto rendimiento
En la prueba de exteriores el concurso se ha trasladado al parque de bomberos de Navacerrada, base de operaciones del Grupo Especial de Rescate en Altura. Tras un teatrillo en el que se ha simulado el rescate de Samanta, que tenía pinta de no haber ido a la montaña en su vida, ha comenzado una prueba, en la que los aspirantes han tenido que concursar por grupos un menú para dar de comer a 100 bomberos.
El servicio, supuestamente saludable, estaba formado por un carpaccio de vaca con cremoso de parmesano y salsa de trufa; fideuá de bonito; pollo de campo en su jugo, con espuma caliente de patata y verduras salteadas; y, por último, un postre de helado de yogur, bizcocho integral y sopa de fresones.
Para añadir dificultad a la prueba, los grupos tenían que participar con suplentes: solo podían cocinar cuatro personas, mientras otros dos miembros del grupo esperaban en el banquillo.
La cosa iba más o menos bien en ambos grupos. Tamara ha dejado a Los Chunguitos todo el rato en el banquillo donde, sorpresa, se han dedicado a cantar, pese a esto (¿o por esto?) su cocinado ha ido como un tiro. En el equipo azul, liderado por Marta, la cosa se ha ido torciendo por momentos, más que nada porque su capitana, que no tenía muy buena cara, ha estado ausente todo el cocinado (con parraque de por medio).
El equipo rojo, por tanto, se ha salvado de la eliminación, y Álex ha sido el mejor concursante y se ha llevado los 4.000 euros, que ha donado a la Fundación Bobath, que trabaja con personas con paralísis cerebral.
El día de la marmota
En la eliminación, Álex, que fue elegido como el mejor aspirante de la prueba de exteriores, ha tenido la oportunidad de salvar a dos concursantes de su grupo, y ha escogido a Almudena y a él mismo.
Y, después de esto, ha llegado la gran sorpresa (que ya conocía todo el mundo) y es que el programa contará de nuevo con la participación de Boris Izaguirre y Anabel Alonso, que han entrado en la prueba de eliminación, para competir de igual a igual con el resto de aspirantes. Debido a esto, el jurado ha anunciado que habría doble expulsión.
Tras este follón de sillas, ha comenzado la prueba, una clásica carrera (similar a la de hace dos semanas) en el que los aspirantes se han jugado la permanencia divididos en dos grupos.
La primera carrera consistía en abrir vieiras, ostras y centollos. Los primeros de cada grupo en conseguirlo, Anabel y Vicky se han saalvado de la eliminación, y Ana, Boris, Elena y Marta (que iba ganando pero ha decidido que era buena idea lavar las ostras en agua) se han tenido que enfrentar a una segunda prueba cocinando un plato libre con el mismo género, una combinación difícil que les ha traido por el camino de la amargura.
Marta ha presentado un engrudo mezclando todos los ingredientes con una bechamel fría y Elena ha mezclado las vieras, las ostras y el centollo sin ton ni son. Ana lo ha hecho un poco mejor, presentando una ensalada y un tartar, con los productos un poco separados, pero sin destrozar. Por último, Boris ha presentado un plato en el que verdaderamente ha mezclado todos los productos con mayonesa y mucha literatura. Obviamente, iba a entrar, y, aunque los jueces le han criticado algo, todos sabían que venía para quedarse.
El veredicto estaba claro: Marta y Elena se despiden del programa. Entran Boris y Anabel, que son mucho más conocidos. ¿Alguien sigue pensando que esto sigue siendo un concurso de verdad?