Colas en los supermercados, acaparamiento, enormes subidas de precio y, como consecuencia, familias desfavorecidas que no pueden dar a sus bebés el único alimento que pueden proporcionarle.
La escasez de leche en polvo para bebés va camino de convertirse en un problema nacional en EEUU, el único país desarrollado que sigue sin tener una baja por maternidad remunerada, lo que obliga a muchas mujeres a depender de la leche de fórmula para alimentar a sus hijos.
Pese a los beneficios de la lactancia materna en los que insisten todas las organizaciones sanitarias, según un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), un organismo gubernamental, menos de la mitad de los bebés de EEUU fueron amamantados en sus primeros tres meses de vida. Y, como se reconoce en este mismo documento, de 2020, el 60% de las madres abandonaron la lactancia antes de lo que les habría gustado por motivos laborales.
El de las leches de fórmula es un lucrativo mercado, valorado en 4.000 millones de dólares, pero que no está siendo capaz de garantizar el suministro . ¿Cómo es posible?
Solo cuatro empresas fabrican el 98% de la leche de fórmula de EEUU
Lo cierto es que solo el 2% de la leche de fórmula que se consume en EEUU procede de fuera del país y solo cuatro empresas fabrican el 98% restante. Un oligopolio que se está viendo en serias dificultades para abastecer de leche para bebés al país después de que uno de sus actores, el gigante farmacéutico Abbott, haya tenido que retirar todos sus productos del mercado.
La Agencia federal de Alimentos y Medicamentos (FDA) ha cerrado todas sus plantas de producción debido a un brote de Cronobacter que se ha llevado por delante ya a dos bebés. El brote se detectó en febrero, pero el Gobierno ha cerrado las plantas ahora, tras asegurar que los directivos de Abbott “no han querido o no han podido implementar acciones correctivas sostenibles para garantizar la seguridad y la calidad de los alimentos fabricados para bebés”.
Un sistema de protección social al límite
Aunque toda la cadena agroalimentaria se ha visto afectada por la pandemia y los problemas de logística que se están viviendo en el conjunto del planeta, al suministro de leche en polvo hay que sumar un problema añadido, que tiene mucho que ver con la enorme desigualdad y el deficiente sistema de protección social con el que cuenta EEUU.
Ocho millones de familias dependen de los cupones del Gobierno para comprar leche de fórmula
Casi ocho millones de familias de rentas bajas dependen para alimentar a sus bebés del Special Supplemental Nutrition Program for Women, Infants, and Children –más conocido por sus siglas, WIC–, un programa federal inaugurado en los años 70 del pasado siglo, cuyo presupuesto lleva una década recortándose.
Cada Estado negocia a su manera la leche que se pueden adquirir con los cupones del Gobierno, y hay regiones en las que solo se puede adquirir la leche que se ha dejado de producir. Además, de las tres empresas restrantes, solo dos tienen acuerdos para vender la leche a los beneficiarios del WIC.
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La Casa Blanca ha tomado cartas en el asunto para tratar de ampliar los beneficios del WIC y rebajar el precio en el mercado libre de la leche, que se está vendiendo a precios desorbitados que muchas familias no pueden pagar. Según el Gobierno, la escasez de leche de fórmula se solucionará en cuestión de semanas, pero el director ejecutivo de Perrigo, uno de los cuatro fabricantes del producto, ha reconocido que la crisis de desabastecimiento podría prolongarse durante todo este año. Una perspectiva que aterra a muchas familias.
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