Largamente demandada, la medida de eliminar el IVA al aceite de oliva se ha convertido en un arma arrojadiza entre administraciones públicas, productores y distribuidores.
El oro líquido español, base económica de provincias como Jaén, lleva varios años en el candelero por una concatenación de malas producciones que han elevado a máximos históricos el precio del aceite de oliva en los lineales de los supermercados españoles.
Una situación alcista, también reforzada por el encarecimiento de materias primas y por los coletazos de coyunturas internacionales (la guerra en Ucrania es una de ellas), que ha colocado a muchos aceites, de marcas conocidas, en las fronteras de los 10 euros el litro.
En DAP hemos hablado por activa y por pasiva de este tema. Desde dejar claro que, aunque lo parezca, nadie se ha forrado con el aceite caro (porque es un producto de consumo masivo y de alta rotación) o por qué considerábamos que el aceite de oliva no iba a seguir subiendo permanentemente.
Principalmente, a medida que un producto aumenta su precio, lo más común es que –si se percibe como un elemento cotidiano y no como un lujo– sus compradores acaben saliendo del mercado para adquirir sustitutivos más baratos, como ha sucedido con el aceite de girasol.
Ahora, con la supresión del IVA del aceite de oliva –en cualquiera de sus categorías–, puede resultar muy goloso acudir en tropel a los lineales de los supermercados para hacer acopio de aceite de oliva.
Comprendo que la tentación exista. No porque ahorremos una cantidad desorbitada. De hecho, el IVA del aceite de oliva ya estaba en un 5% tras otra de las medidas adoptadas por el gobierno central y, como plasmó la OCU, apenas se percibió en el bolsillo de los españoles. En términos porcentuales, para una garrafa de cinco litros a 10 euros por litro, hablamos de un IVA de 2,5 euros.
Los tres motivos para no comprar ahora aceite de oliva en gran cantidad
No obstante, yo no recomiendo comprar aceite de oliva ahora en tropel ni hacer, de nuevo, ese acopio, por razones variadas. Son todas a título personal, pero cada uno puede hacerlas suyas si así lo considera.
Lo primero es que tengamos en cuenta en qué momento del año estamos. ¿Nos compensa comprar en un hogar español promedio una cantidad elevada de aceite de oliva en verano? Las posibilidades de viajar, comer fuera de casa o cocinar con menos aceite aumentan durante las vacaciones.
Con los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en la mano, los españoles consumimos 10,30 litros de aceite –contando todas las categorías de oliva y el girasol– en 2022. Menos de un litro al mes. Por tanto, ¿nos compensa realmente comprar mucha cantidad de aceite por la bajada del precio?
Cocinamos menos, estamos menos en casa y, además, el aceite de oliva se enfrenta en verano a su peor enemigo: el calor. Cualquier aceite de oliva, una vez abierto y mal conservado, empieza a perder aroma, propiedades y a degradarse. Comprar aceite ahora, para tenerlo en la alacena, expuesto a altas temperaturas o para tenerlo sobre la encimera, también bajo esos focos –o a la luz– no hace más que empeorar sus cualidades.
A ello hay que sumar una tercera realidad. Por suerte, halagüeña. Los aforos que se han hecho del aceite de oliva en 2024 indican que la campaña, sin ser una locura en cantidad de aceitunas, puede ser una campaña buena. En 2023/2024 se produjeron algo más de 840.000 toneladas. Según las estimaciones de diferentes organizaciones agrarias, todo prevé indicar que la campaña 2024/2025 será una campaña mejor.
Ha habido mucho agua en las principales zonas productoras. La primavera ha sido respetuosa, manteniendo temperaturas medias más que correctas y la floración no se ha visto amenazada por heladas tempranas. Ahora, con el verano ya iniciado, es el momento de que las aceitunas empiecen a engordar y, ya de cara a otoño, confiar en que un extra de agua pudiera aumentar su rendimiento.
Hay excepciones, como ha sucedido en Cataluña, pero tanto Andalucía –el grueso de la producción nacional– como en Extremadura y Castilla-La Mancha las condiciones han sido buenas.
El verano es el momento del año en que menos cocinamos en casa y también cuando más se malogra el aceite.
Pero aún hay más. El aceite de oliva va a mantener este IVA al 0% hasta el 30 de septiembre. A partir de ahí, se elevará al 2% hasta el 31 de diciembre. Se desconoce si habrá intenciones de mantenerlo allí o no, pero la realidad es que también a partir de septiembre van a volver a verse las primeras producciones de aceite.
Es cierto que muy minoritarias, pues las cosechas tempranas son la menor parte dentro de la producción del aceite de oliva virgen extra –el que menos volumen de mercado tiene–. A parte de eso, cuando el IVA se regule al 2%, ya estaremos de lleno en una campaña –la de 2024/2025– que prevé ser mejor que las anteriores.
Por este motivo, yo no compraría aceite de oliva este verano con el IVA al 0% como un loco porque va a ser aceite 'viejo', porque el ahorro no va a ser exagerado y porque el consumo de aceite en verano tradicionalmente baja.
Se ve fácilmente con un ejemplo práctico. Si en junio teníamos el IVA del aceite de oliva al 5% esto significaba que una garrafa de cinco litros a 10 euros por litro iba gravada con 2,5 euros de IVA. ¿Tanto puede compensar en julio, agosto o septiembre comprar mucho aceite de oliva por ese descenso del 5%?
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