La crisis de la sequía en la cuenca del Segura ha llevado a las autoridades a emitir una advertencia sin precedentes a los agricultores de la región: "No planten." La falta de agua es tal que el riesgo de pérdida de cultivos es demasiado alto, lo que ha forzado a las autoridades y asociaciones agrícolas a recomendar que se eviten nuevas plantaciones de cara a los cultivos de invierno.
Mario Urrea, presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), ha sido claro al respecto: "No podemos garantizar agua para nuevas plantaciones. Hay que ser realistas con la situación. La falta de recursos es tal que no podemos asumir el riesgo de nuevas inversiones en cultivos sin agua asegurada."
Esta advertencia no es una simple recomendación, sino una llamada a la responsabilidad, tanto de las autoridades como de los propios agricultores, quienes deben replantearse sus calendarios de siembra ante la situación crítica de los recursos hídricos. Según Urrea, la prioridad en este momento es asegurar el agua para los cultivos ya existentes y evitar la pérdida de lo que ya está en tierra.
Una situación crítica
La cuenca del Segura, tradicionalmente una de las zonas más dependientes del trasvase Tajo-Segura, ha visto cómo en los últimos años los recursos hídricos se han reducido dramáticamente. A pesar de los esfuerzos por modernizar los sistemas de riego, como el uso del riego por goteo, la sequía ha superado la capacidad de estas infraestructuras. Razón por la que la Confederación ha autorizado el uso de los pozos de sequía.
Urrea ha señalado en varias ocasiones que las reservas de agua de la región son insuficientes: "Estamos en una situación de emergencia. La sequía es prolongada y no hay previsión de que las lluvias lleguen en un futuro cercano. Tenemos que ser cautos y gestionar el agua que tenemos de manera eficiente." Como ejemplo sirve el pantano del Cenajo, el de más capacidad (437 hm3) de toda la cuenca del Segura y que ahora apenas está a un 10% de su volumen.
Impacto económico y social
La decisión de no plantar afecta gravemente al sector agrícola, que es la principal fuente de ingresos y empleo en la región. La incertidumbre sobre la disponibilidad de agua y las restricciones impuestas han generado una gran preocupación entre los agricultores. No solo se trata de la producción de frutas y hortalizas, sino de toda una cadena de valor que depende de la actividad agrícola para su subsistencia.
Sin embargo, como recalca Urrea, plantar sin garantizar el riego es un riesgo que podría tener consecuencias devastadoras: "Es preferible no arriesgarse a plantar sin garantías de agua. Las pérdidas pueden ser mayores si se invierte en cultivos que luego no se podrán regar."
Lo cierto, con los datos en la mano, es que la cuenca del Segura es la más damnificada en este 2024, que ha sido generoso en lluvias en el norte y oeste de España, no así como en toda la columna oriental peninsulas, desde Cataluña a Murcia. La cuenca del Segura, a finales de septiembre de 2024, luce al 16,67% de su capacidad, incluyendo el agua para agricultura y para consumo humano.
Ante este panorama, Urrea ha subrayado la necesidad de buscar soluciones estructurales que permitan gestionar el agua de manera más eficiente y garantizar el suministro en tiempos de sequía prolongada: "Debemos apostar por una gestión sostenible del agua. Esto implica la modernización de infraestructuras y la búsqueda de fuentes alternativas, como el uso de aguas regeneradas o la desalación." No es un camino fácil, pues incluso 2024 ha supuesto tener que reducir el caudal disponible a los regantes hasta en tres ocasiones.
Todo ello aderezado por un tira y afloja entre administraciones públicas, con intercambio de acusaciones de falta de previsión entre la Consejería de Aguas de Región de Murcia y las propias autoridades de la Confederación Hidrográfica del Segura.
Imágenes | Turismo Sierra del Segura