Las pizzas son el salvavidas de muchas cenas improvisadas, una opción rápida y fácil que siempre encuentra un hueco en el congelador de casa. Nos sacan de más de un apuro y, además, suelen gustar a todos los miembros de la familia. Sin embargo, según un reciente estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), deberíamos pensarlo dos veces antes de recurrir a las versiones industriales de este popular plato italiano.
La OCU ha analizado 118 pizzas refrigeradas y congeladas de venta en supermercados y ha encontrado un panorama desalentador: el 75% de estas pizzas suspenden en la escala saludable, lo que indica que no son recomendables para un consumo regular.
Este estudio evaluó varios aspectos de la composición nutricional, incluyendo el nivel de grasas saturadas, azúcares, sal, grado de procesamiento y la cantidad de aditivos presentes.
Un festín de sal y grasas
Uno de los problemas más alarmantes detectados por la OCU es el exceso de sal. Una ración estándar de pizza de 200 gramos contiene, de media, el 50% de la ingesta diaria recomendada de sal, lo que supone una cantidad considerable. Este elevado contenido de sal no solo es perjudicial para la salud cardiovascular, sino que también puede contribuir a la retención de líquidos y a otros problemas de salud a largo plazo.
Las pizzas más problemáticas en este sentido son las de barbacoa, las de queso y las de jamón y queso. Además de ser muy saladas, estas pizzas también son bastante calóricas, con un promedio de 476 kcal por cada 200 gramos, y contienen un exceso de grasas saturadas, alcanzando el 42% de la cantidad diaria recomendada, muy por encima del límite saludable del 35%.
La trampa del procesamiento
Otro aspecto preocupante es el elevado grado de procesamiento de estas pizzas. No es raro encontrar productos con más de 10 aditivos, y algunas llegan a tener hasta 17. Entre estos aditivos se incluyen colorantes, espesantes y gelificantes, muchos de los cuales son innecesarios y solo se utilizan para mejorar la apariencia y la textura del producto.
El alto nivel de procesamiento no solo reduce el valor nutricional de la pizza, sino que también puede tener efectos negativos en la salud. Los alimentos altamente procesados están asociados con un mayor riesgo de obesidad, enfermedades cardíacas y otros problemas de salud crónicos.
Una luz al final del túnel: las pizzas vegetales
A pesar del panorama general negativo, hay algunas excepciones. Las pizzas vegetales se destacan como una opción más saludable dentro de la oferta del supermercado. De las 25 pizzas vegetales analizadas, 17 obtuvieron una calificación aceptable, principalmente debido a su menor contenido de sal.
Entre las mejores opciones se encuentran la Veggie Lovers de Garden Gourmet y la Vegetale de Forno di Pietra de Buitoni. La Veggie Lovers es apreciada por su ausencia de aditivos, bajo contenido de grasas saturadas y alto contenido en vegetales, aunque su elevado precio puede ser un inconveniente. La Vegetale, por su parte, destaca por su bajo grado de procesamiento, aunque podría beneficiarse de una mayor cantidad de vegetales.
¿La solución? Hacer pizza casera
La OCU recomienda que las pizzas del supermercado se consuman solo de manera ocasional. Como alternativa, sugiere preparar pizzas en casa utilizando bases de pizza refrigeradas y añadiendo ingredientes frescos y saludables. Esto no solo permite controlar mejor los ingredientes y el contenido nutricional, sino que también puede ser una actividad divertida y creativa.
El etiquetado, un desafío añadido
Otro problema identificado por la OCU es la dificultad para leer el etiquetado nutricional de estos productos. Las letras pequeñas y los formatos de impresión poco claros dificultan que los consumidores puedan entender fácilmente qué están comprando. Por ello, la OCU insta a las autoridades de la Unión Europea a mejorar la normativa sobre etiquetado para garantizar que la información sea clara y legible.
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