Puede que no sea ilegal, pero se aprovecha del posible despiste del cliente. Nos referimos a la práctica con la que los supermercados vacían cajones con hortalizas solitarias para juntar todo el género en el mismo compartimento. Es una acción habitual en el mantenimiento y reposición de los productos, pero que a veces hace gala de picaresca perjudicando al bolsillo del comprador.
Todos lo hemos visto en vivo más de una vez. Los comercios reparten el género en diferentes cajas y poco a poco se van vaciando irregularmente según los clientes se van sirviendo. Llega un momento en el que el personal pone orden recopilando todos los productos desperdigados en un mismo cajón, o sacando género nuevo y añadiéndole esos ejemplares sobrantes.
Y ahí es donde, a veces, podemos salir perdiendo sin darnos cuenta.
Porque en ocasiones el nuevo lote de productos que sale del almacén no es exactamente el mismo que viene a reponer. Son frutas y hortalizas que se exhiben bajo un mismo nombre, pero que pertenecen a variedades distintas, incluso de proveedores diferentes. Y no todos tienen la misma calidad, las mismas características o, claro, el mismo precio.
Variedades del mismo producto pueden tener precios dispares
Por mucho que el cartel rece simplemente "Melocotón nacional" o "Tomates de ensalada", la gama de variedades que hay detrás es inmensa. Muchos de sus nombres provienen de empresas que desarrollan sus propias variedades, y que como consumidores no solemos conocer. Pero el comerciante sí sabe en qué se diferencian, y así marca los precios en tienda.
Dos pimientos, un mismo precio
Un ejemplo que hemos presenciado recientemente tiene como protagonista al pimiento rojo. Solemos diferenciar entre pimiento alargado tipo italiano y pimiento morrón o de asar, pero la variedad de esta hortaliza que maneja el sector es enorme.
Los establecimientos más grandes ofrecerán distintos tipos de pimientos con precios diversos; ahí podemos comparar fácilmente la disparidad de un vistazo. Pero si el local solo tiene un cajón para esta hortaliza, se acaba un género y repone con otro más caro, al añadir los sobrantes está vendiéndolos por encima de su coste real.
El cliente es quien suele salir perdiendo
Así fue como nos encontramos en el mismo cajón de una tienda lustrosos pimientos Lamuyo conviviendo con unos cuantos California, más pequeños y más adecuados para rellenar o freír, menos sabrosos y, efectivamente, más baratos. Pero se ofrecían al mismo precio, el del pimiento premium. El cliente despistado o que prefiriera el más pequeño, pagaría de más.
Esto podría ocurrir al revés, en beneficio del cliente, agregando productos más caros a una caja de vegetales con precio más barato, pero ni lo hemos visto nunca ni creemos que un supermercado esté dispuesto a perder dinero, aunque sea con un porcentaje mínimo. Para algo es un negocio.
Y como negocio tiene derecho a vender los productos con el precio que considere oportuno, dentro de los límites legales; si decide mezclar variedades de un mismo vegetal, puede hacerlo. Que sea ético y justo con el cliente ya es otra cuestión.
Como siempre recomendamos, hay que fijarse muy bien en lo que compramos, leer etiquetas, carteles y andar casi con una lupa para evitar confusiones y errores, y también para no perder dinero. Que ya bastante cara está la cesta de la compra.
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