Bajan de nuevo revueltas las aguas hacia el mar Negro por consecuencia de los tira y afloja de la guerra de Ucrania. De nuevo con el cereal como protagonista, la nueva situación supone un riesgo acrecentado de desabastecimiento ante la negativa de Rusia a reanudar el conocido como Acuerdo del Grano.
La situación, además, se reanuda en un momento especialmente comprometido en la guerra entre ambos países tras ofensivas a ambos lados que han multiplicado las tensiones comerciales en el Mar Negro. El ataque ucraniano con drones al puente que une Rusia con Crimea y la respuesta del Kremlin, atacando con misiles el puerto ucraniano de Odessa, principal puerta de salida ucraniana al mar Negro complican la renovación del citado acuerdo, del que dependen países como España, pero también países en vías de desarrollo.
El comentado Acuerdo del Grano fue suscrito, gracias a la intermediación turca y de Naciones Unidas, entre Ucrania y Rusia para favorecer la salida del cereal —principalmente trigo y maíz— de ambos países.
Ahora, tras renunciar Rusia a renovar el acuerdo pues considera que sus condiciones no se han llevado a cabo, el bloqueo vuelve a producirse en los puertos del mar Negro y lo hace con peligrosas consecuencias para países como España.
La ganadería: de beneficiada a damnificada
El primero porque la suspensión del transporte del maíz implica no poder alimentar a buena parte de la cabaña ganadera española, que depende de las importaciones de cereal para abastecer a sus animales. Por otro lado, por las complicaciones de la actual cosecha de 2023 en cuanto al cereal patrio, muy mermada debido a los efectos de la sequía, lo cual ya de por sí multiplica la dependencia que España tiene respecto al grano exterior tanto para la alimentación animal como para el propio consumo.
Con la nueva situación, la ganadería española debe hacer frente a un aumento de los costes y a una menor disponibilidad de grano en un período especialmente duro del año, pues el verano es más exigente a la hora de abastecer a los animales.
Las razones rusas para la no renovación
Este capítulo, grave y previsible, ya se vislumbraba el pasado 18 de mayo cuando se renovó el acuerdo entre Rusia y Ucrania con un plazo de dos meses para la siguiente renovación —la que hoy no se ha producido— y donde Rusia asegura que no se renovará si no se cumplen sus condiciones.
Entre las que citó el Kremlin en su día y que aún mantiene se habla de la reconexión del banco agrícola ruso —el Rosseljozbank— al sistema de pagos internacionales SWIFT, además de la eliminación de las sanciones a la maquinaria agrícola, así como al desbloqueo de la logística y de los seguros del transporte internacionales a los que no pueden acceder ahora los agricultores rusos. También, entre las demandas, la descongelación de activos financieros que, según el Kremlin, puedan permitir mantener la producción.
Rusia esgrimió el pasado 18 de mayo ciertas condiciones para la renovación que a 18 de julio no se han cumplido
Lo cierto es que estas condiciones figuran en el memorándum que Rusia firmó con intermediación de la ONU y de Turquía, razón por la que la situación no coge por sorpresa a los que estén siguiendo de cerca el conflicto, pero sí que añade un punto más de complejidad a un 2023 conflictivo para la agricultura y la ganadería española, que habían visto una cierta mejora en sus costes de producción gracias a esta vía cerealística y que ahora vuelven a quedar en stand-by.
Por ponerlo en contexto, España ha sido —después de China— el país que más se ha visto beneficiado por recuperar el flujo de grano ucraniano, con cerca de 5,4 millones de toneladas recibidas hasta el pasado mes de mayo, explica la Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (Accoe). No obstante, la mala noticia podría ser compensada con una mejora de la producción en otras áreas del mundo, pues según Asaja, la producción cerealística mundial en este 2023 prevé incrementarse en un 1%.
Las complicaciones para la agricultura española
El riesgo añadido tiene visos de tormenta perfecta para el campo español. Por un lado, no puede hacer frente a la demanda que la ganadería exige, pero por el otro sufre las consecuencias de una sequía que encarece los insumos de producción.
La presencia de grano económico complica la comercialización del cereal español, más aún en un contexto de sequía y costes de producción elevados
Razón por la que el grano español no es competitivo si se pone frente a frente con el cereal ucraniano, dificultando la comercialización a los agricultores españoles y añadiendo así un clavo más a un hipotético ataúd en el que ya están presentes un rendimiento agrario menor y unos costes de producción elevados.
Ahora queda comprobar si de nuevo Ucrania y Rusia se darán la mano y renovarán la citada Iniciativa de Granos del Mar Negro y la tensión económica se reducirá o si se utilizará como, una vez más, arma arrojadiza a terceros. Lo que sí es cierto es que la situación puede cambiar en cuestión de horas o días, dependiendo de la decisión que finalmente Rusia adopte para reinstaurar este flujo de grano a través del mar Negro.
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