Hay pocas cosas que, a nivel de éxito empresarial, se le puedan negar al multimillonario Jeff Bezos, creador de Amazon. Guste o no, el modelo de éxito de su empresa es innegable, habiéndole convertido en uno de los líderes más reputados del mundo y, también, en una de las personas más ricas de todo el planeta.
Curiosamente, hay una teoría, algo peregrina, que justifica parte del éxito de Amazon que tiene que ver con dos pizzas. Sí, dos pizzas, algo así de elemental, aunque la ciencia detrás de este hecho no esté demasiado demostrada.
En este caso, lo que se supone que hay detrás del mito de las dos pizzas y Amazon está intrínsecamente relacionado con la productividad individual de los trabajadores de los equipos y, en cierto modo, que los empleados de la compañía son más eficientes cuanto más pequeños son sus equipos. De él, por cierto, se hacía eco la revista económica Forbes.
Por eso, se supone que la medida de las dos pizzas representa la ecuación perfecta entre el tamaño del equipo y la cantidad que necesitan para comer, suponiéndose que, como máximo, diez personas podrían hacer un almuerzo con un par de pizzas.
En el caso de que ya fueran más trabajadores y hubiera que aumentar el número de pizzas y, por ende, el grupo de trabajo, se reduciría la eficiencia y la productividad individual, razón por la que se supondría que ya habría que crear un nuevo grupo de trabajo.
Si bien la teoría puede resultar extraña, quizá Bezos y su desarrollo de negocio no fuera tan desencaminado. Hay estudios científicos y sociológicos que avalan que el rendimiento de los empleados decrece. Algo que también sucede en ámbitos académicos, por ejemplo, como indican desde la Harvard Business School.
En este sentido, más allá del tema de las pizzas, lo que se apunta es que en grupos grandes de trabajo se corre el riesgo de que parte de los empleados no sean conscientes de su tarea o que exista más probabilidad de que no se realice, ya que la rendición de cuentas puede ser menor.
Del mismo modo, como puede suceder en ámbitos académicos, el hecho de medir el rendimiento grupal y no el individual, permitiría esa menor eficiencia laboral del individuo, aunque el del conjunto se mantuviera.
Imagen | Daniel Oberhaus / Freepik
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