Las perspectivas de futuro de Tupperware llevaban tiempo siendo muy poco halagüeñas. Lo avisábamos ya el año pasado: la ya icónica compañía de fiambreras de plástico no ha podido hacer frente a sus dificultades económicas y acaba de declararse oficialmente en bancarrota. La caída cada vez más pronunciada de las ventas y la incapacidad por adaptarse a los nuevos tiempos han propiciado el inicio del fin de una marca casi centenaria.
La empresa se acogió este martes al Capítulo 11 de la Ley de Quiebra en Estados Unidos, es decir, se ha declarado en bancarrota al no poder hacer frente al pago de las deudas acumuladas. Se abre ahora un periodo de reorganización de las finanzas para tratar de liquidar dichas deudas y, además, demostrar que podrá cumplir con todas sus obligaciones financieras futuras.
"Durante los últimos años, la posición financiera de la empresa se ha visto gravemente afectada por el difícil entorno macroeconómico", ha declarado Laurie Ann Goldman, presidenta y directora ejecutiva de la compañía, en un comunicado oficial. "Como resultado, hemos explorado numerosas opciones estratégicas y hemos determinado que este es el mejor camino a seguir".
Según ha publicado The Washington Post, Tupperware espera ahora que un tribunal apruebe el plan de venta de la empresa que permita proteger la ya histórica marca para, en palabras de la compañía, lograr la "transformación en una empresa con prioridad digital y orientada a la tecnología". También esperan poder seguir operando durante este proceso para seguir pagando a sus empleados y cumpliendo obligaciones con los proveedores y vendedores de sus productos.
Ha fracaso por tanto el intento de salvar la compañía tras anunciar un acuerdo para reestructurar su deuda en la segunda mitad de 2023. Aunque logró asegurar una capacidad de endeudamiento de hasta 21 millones de dólares y obtener una prórroga del plazo para devolver 348 millones de dólares en intereses y comisiones hasta el año fiscal 2027, no ha sido suficiente. El negocio, sencillamente, lleva años sin levantar cabeza.
Los cambios de hábitos y de estilos de vida, el fuerte aumento de la competencia y la incapacidad de la marca por terminar de adaptarse a las nuevas necesidades o de captar a las nuevas generaciones han ido sumando años de caídas en las ventas. El sistema de ventas que tan bien les funcionó en sus primeras décadas, con las reuniones o "fiestas" de Tupperware dentro de los hogares, hace tiempo que se acabó. Y, para su desgracia, sus fiambreras son demasiado buenas.
Somos muchos los que hemos heredado tuppers de nuestras madres y abuelas, modelos que tienen más años que nosotros y ahí siguen, sin un rasguño, al pie del cañón en la cocina. En su día comprabas los tápers que necesitabas y ya nunca tenías que renovarlos; así difícilmente se mantiene un negocio a largo plazo cuando, además, los hábitos cambian y el efecto nostalgia se va diluyendo en las nuevas generaciones.
Tupperware Thermo-Duo - Colador para colador (2,25 L), color gris oscuro y blanco
Quién sabe si en unos años esos tápers viejunos que casi todos tenemos rondando por la cocina puedan llegar a cotizarse en el mercado de segunda mano como objetos de coleccionista.
Imágenes | Tupperware
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