En un país donde el vino y el aceite son santo y seña, resulta controvertido hablar de formatos que, a pesar de ofrecer ventajas, tengan mala prensa o imagen como para que los envasadores no se atrevan a dar el salto.
Le pasa en gran medida al vino, reacio a cambios que lo saquen de la botella. La comparativa con el tetrabrik y el estereotipo que asocia a cartón con baja calidad es una pelea que viene de lejos y que, en parte, tiene justificación.
También es lo mismo que pasa con otros formatos, como atreverse a poner tapones de rosca en sustitución del corcho o, como se empiezan a ver en mercados emergentes, atreverse a envasar el vino en latas de aluminio, igual que se hace con la cerveza.
Guerra parecida libra el aceite de oliva, que entre el plástico pet (polietilenotetereftalato), el cristal y la lata prácticamente copa el mercado de los volúmenes, desde las apreciaciones más gourmet hasta un uso más masivo.
A pesar de sus diferencias, aceite y vino comparten enemigos. Les afecta especialmente la luz directa, los cambios bruscos de temperatura y, sobre todo, el contacto con el oxígeno, que es el 'oxidador' por excelencia.
En nuestros lineales, conviven los tres en el caso del aceite, independientemente del tamaño del envase, mientras que el vino apenas va más allá de la botella. Bien protegidos y bien envasados, las agresiones externas a ambos productos son mínimas, pero el problema llega cuando el oxígeno aparece una vez que lo abrimos.
Es en esta batalla donde un formato, el del bag in box (literalmente, bolsa en caja), demuestra virtudes que podrían abaratar costes tanto a vinos como a aceites, pero cuya aceptación aún es limitada.
En unos, por relacionarlo necesariamente con un envase destinado a vinos de mala calidad; en otros, por no tenerlo aún conceptualizado. La realidad, aún tozuda, es que el bag in box supone ciertas ventajas pero en la actualidad son pocos los vinos de calidad que se valen de ellos y pocos los productores de aceite que apuestan por él.
Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis: luz, aire, calor y olor
La frase 'conservar en lugar fresco, seco, oscuro y alejado de olores agresivos' se perpetúa en decenas de etiquetas de vinos y aceites a diario. Por eso, las bodegas limpias son los mejores sitios para almacenar el vino y por eso es mejor tener un aceite de oliva virgen extra en un almacén o en los depósitos de la almazara que cogiendo polvo en nuestra encimera.
Todos estos agentes degradan la calidad de vinos y aceites en mayor o menor medida y a todos ellos se les combate con el envase. Por eso en el caso del aceite prolifera el uso del pet oscuro y del vidrio, apreciado este segundo como algo más elegante que el plástico.
Misma circunstancia que ocurre con el vino, donde es el vidrio el que lleva la voz cantante y responsable de la protección del vino. Sin embargo, una vez que abramos el vino o el aceite dejamos una pequeña puerta abierta a la oxidación que proviene del contacto con el oxígeno. Es mínimo, sí, pero suficiente para ir mermando las calidades de ambos productos.
Por eso, una botella de vino –salvo que sea un fortificado- no aguanta en las mismas condiciones varios días abierta y empieza a picarse -si no ponemos una bomba de vacío-, y por eso nuestro aceite de oliva no huele igual el día que lo abrimos que cuando rematamos la botella.
Sin embargo y aunque parezca un panegírico, hay un elemento aún por popularizar y que permite que el vino y el aceite no entren en contacto con el aire y por tanto no se oxiden: el bag in box.
Entonces, ¿por qué no se usa un envase que es más barato, más resistente, más ligero, más reciclable y que encima aguanta más tiempo el producto en buenas cantidades? La pregunta, con muchas respuestas, puede significar posicionamiento de mercado, imagen de marca y, en otra parte de los casos, el prejuicio del consumidor hacia un envase similar al cartón.
El camino del vino
Fran Hidalgo es sumiller y director de M Comunicación, una agencia de marketing especializada en sector vinícola, entre cuyos clientes hay algunos que envasan vino en este formato. Podría pensarse que es juez y parte a la vez, pero Hidalgo no extrapola todas las ventajas del bag in box a todos los vinos.
"Vale para vinos jóvenes y cercanos, para los del día a día. Esos se pueden meter en un bag in box sin problema", considera. El secreto está en que "prolongan la vida útil de un vino una vez abierto y te puede durar seis o siete semanas porque el vino está dentro de una bolsita con un envase al vacío donde no se oxida", aclara.
"¿Cuántos días puedes tener abierta una botella de vidrio si no metes una bomba de aire? Cuatro o cinco, en función del vino. A partir de ahí empieza a perder", aclara.
Ventajas que son para el consumidor, que puede disfrutar así de "vinos blancos del año y para tintos jóvenes", siempre que sean "vinos que no tengan guarda o que no necesiten botella para mejorar, que estén pensados para consumir en ese año".
Sin embargo, no es solo el cliente final el que más se beneficiaría de una popularización del bag in box, sino el propio productor. "Es más barato que el vidrio, es fácil de transportar y utilizar en eventos, y es más resistente porque no tienes que temer que se rompa, como una botella", explica.
"No sé el coste que tiene un cartón, pero es muy económico, depende del volumen que hagas, que no es lo mismo comprar 200 que 20.000", especifica pero "en cualquier caso es más económico que comprar vidrio, corcho, cápsula, etiqueta, caja y contraetiqueta", considera.
El coste del transporte, además del reciclado, son más competitivos para el bag in box.
Además, los formatos cuadrados permiten una optimización de espacios que las formas de las botellas no permiten. En un sentido parecido y aunque el vidrio también se recicle, el carácter práctico del bag in box abre una mano más ecológica.
"La caja la tiras al cartón y la bolsa y el tapón lo tiras al contenedor amarillo, así que es totalmente reciclable, y también la huella de carbono es menor porque el transporte es más eficiente. El peso en vacío de una botella de vino, llena o vacía, es muchísimo mayor que el de un bag in box, que apenas son unos gramos. El único peso que llevas es el del vino", explica.
Asegura, sin embargo, que "no es para todos los vinos, solo para los jóvenes que no van están pensados para evolucionar y mejorar en botella". En ese caso, crianzas, reservas y gran reservas seguirán demandando botella porque parte de su proceso de envejecimiento pasa necesariamente por el cristal.
"Hay que llegar a más público con formatos que sean más atractivos y cómodos. Hay que replantearse parte del sector y si ves que un bag in box puede entrar en un festival y no suponer un riesgo, o que lo puedes llevar a un barco o a una acampada y que cuando lo termines, lo pliegas y te vas, es ampliar el horizonte", sintetiza.
El camino del aceite
Distinto es el caso del aceite de oliva, tanto virgen extra como refinados, que en nuestros lineales solemos ver tanto en pet como en formatos de cristal, en latas e incluso en cerámica. Los tres primeros sustentan prácticamente el 98% de la distribución, siendo el pet el más utilizado (el 92% del aceite de oliva se envasa en pet).
Todos tienen sus ventajas y se enfrentan a los mismos enemigos. Así lo explica Iñaki Benito, director gerente de Fundación Patrimonio Comunal Olivarero, una institución cuyo objeto es garantizar la máxima y mejor explotación del sector olivarero español.
"Los grandes enemigos del aceite, como del vino, son el calor, la luz y el oxígeno, que oxidan y degradan el producto", advierte. Por eso, comenta que "en los aceites de oliva virgen extra ya es raro ver un pet que no sea oscuro", en los que remarca ciertas ventajas como "ser más económico, más manejable, no tiene riesgos de rotura y permite envasarlo en formatos familiares, que es donde más se utiliza".
En domicilios pequeños, el uso del bag in box del aceite de oliva puede ser especialmente útil.
Advierte también del cambio del paradigma en el consumo. "Ahora se ven más garrafas de dos y tres litros porque los hogares no son tan numerosos y porque la gente cada vez presta más atención a la calidad del producto y no hace un acopio bestial", apunta.
Para ello, resalta una recomendación que ya hicimos en su día sobre no comprar aceite de oliva en grandes cantidades, ya que es un producto fresco y vivo que va perdiendo cualidades organolépticas con el tiempo.
También cambia la percepción del consumidor y la valoración de envases más prémium. "El 5% del aceite se vende en vidrio y ahora se ve más en los lineales porque tiene una apariencia más elegante y más cuidada, y también evita la exposición a la luz cuando es opaco, pero tiene riesgo de rotura", matiza.
"Las claves en la conservación de ese fresco y seco está en mantener el aceite entre 13º y 18º, al abrigo de la luz y que sean envases oscuros. Respecto a las fuentes de olor, mejor alejarlas cuando el aceite ya esté abierto", indica.
Una realidad que salpica a vidrio, pet y lata (que forma un 3% del total comercializado) y que considera "un formato interesante por volumen, por facilidad de transporte y por la acogida del público". Sin embargo, en su opinión, "el pet 100% reciclado gana terreno porque es versátil, da juego y es más barato de reciclar que el caso del vidrio", especifica.
En esa terna, al añadir al por hoy residual bag in box, Iñaki Benito da ciertas opiniones personales. "Se relacionaba con el mundo del vino y con un vino de escasa calidad o que no era elegante, y esa imagen cuesta quitársela", indica.
"Con el aceite se han hecho pruebas y en ciertos mercados como Centroeuropa y Rusia tiene buena acogida", puntualiza. "No le da la luz, es antigoteo, tiene un aislamiento decente, son materiales reciclables y manejables, y en el transporte es más eficiente por ser más apilable", considera a título personal.
"Al final estás poniendo grandes barreras a luz, oxidación y calor y es un envase que podría dar que hablar en el futuro, aunque la acogida ahora no es tan grande, quizá por tradición o la imagen que tenemos de él", resume en su opinión.
En cualquier caso, Iñaki Benito, cuya labor al frente de Fundación Patrimonio Comunal Olivarero es divulgar y poner en valor el producto, desde la salud al consumo, pasando por la conservación, a través de consejos o buenas prácticas, deja pinceladas de cómo comprar aceite de oliva para casa, independientemente del formato.
"Hay que analizar la unidad familiar, de cuántas personas se compone y para cuánto tiempo hemos hecho el acopio. Si no tenemos un sitio donde almacenarlo en circunstancias óptimas al abrigo de luz, calor u oxígeno, lo más recomendable es no hacer acopio", cataloga.
"Si no podemos conservarlo bien, lo mejor es que esté o en el almacén de una gran superficie o en el depósito de acero de las almazaras", remata.
Imágenes | Wine o Qué / iStock / SCA Oleícola Baeza
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