El chef y pastelero, o postrero, como le gusta definirse, Jordi Roca, sorprendió ayer a sus seguidores amigos con un emotivo mensaje lanzado en sus redes sociales a través de varios vídeos en los que anunciaba que ha recuperado la voz. El menor de los hermanos Roca lleva casi ocho sufriendo una disfonía que, además de fuertes dolores musculares, le impedía hablar, una enfermedad que le cambió por completo la vida.
"No sabéis la alegría que tengo de poder hacer este vídeo con esta voz que se me ha quedado, voz de locutor de radio de las dos de la mañana"; así arranca el primero de los vídeos grabado directamente en la cocina de El Celler, delantal puesto incluido, en el que se le puede ver visiblemente emocionado y, sobre todo, feliz.
Jordi Roca, de 44 años, comenzó a ser consciente de los síntomas de la enfermedad a los 37 años, aunque ya venía arrastrando molestias en la garganta, a los que en principio no le dio mayor importancia. Pero fue encadenando afonías hasta que en 2016, según recuerda en una entrevista a El País, en la ceremonia de los de los World’s 50 Best celebrada en Nueva York se dio cuenta de que algo no iba bien. Se cansaba mucho al hablar, demasiado.
Unos años antes fue diagnosticado con una distonía cervical que provoca tensión y fuertes dolores en la zona del cuello, al contraerse los músculos en forma de espasmos involuntariamente. Esta distonía terminó afectando a las cuerdas vocales, provocando la disfonía que marcaría su vida profesional y personal. "Un día te das cuenta de que no tienes voz"; cuenta, "y te obsesionas por recuperarla".
Comenzaría un largo camino por lograr esa recuperación en el que, cuenta, ha probado todo tipo de tratamientos y consultado con numerosos especialistas de todo el mundo. El responsable de pastelería El Celler de Can Roca ha recordado en su mensaje a todas las personas que le han ayudado en este proceso, agradeciendo especialmente el apoyo desinteresado de compañeros, amigos y familiares. Además, nos anima a valorar la voz y todo aquello que tenemos pero damos por sentado, pues nunca se sabe cuándo lo vamos a perder.
"Amo El Celler, amo a mis hermanos, a mi familia, a mi pequeña... No sé qué más puedo pedir. Hoy soy el tío más afortunado del mundo. Valorad la voz. Valorad lo que tenéis".
A pesar de que es consciente de que no está recuperado del todo, y que tiene picos de voz que pueden volver a dejarle sin poder hablar cualquier día, el menor de los Roca se muestra feliz y muy optimista. "Cada vez voy mejorando, y he aprendido a hablar sin esfuerzo, que aunque parezca mentira cuesta muchísimo". Los dolores cervicales continúan, pero, confiesa, tiene la vista puesta en el futuro, con muchas ganas de emprender nuevos proyectos profesionales. "Lo mejor está por venir".
En todo este tiempo Jordi Roca no ha dejado de trabajar, a pesar de lo difícil que resulta en su profesión perder la voz. La cotidianidad, dice, ha sido parte clave de su recuperación, tanto dentro de las cocinas de El Celler con sus hermanos, como la apertura de Casa Cacao o las heladerías Rocambolesc que tiene en marcha con su esposa Alejandra Rivas.
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Foto | El Celler de Can Roca
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