La combinación de un estofado picante de carne y alubias con rollitos dulces de canela glaseados de azúcar no suena, de entrada, demasiado apetecible. Y sin embargo, lo que parece una guarrindongada digna de David de Jorge es todo un clásico en el medio oeste de Estados Unidos, un icono de comfort food que levanta tantas pasiones como cejas escépticas en el resto del país.
El chili con carne es un plato típico americano derivado de la cocina tex-mex, extendido por todo el país desde Texas, que admite acompañamientos variados como pan de maíz, tortillas de trigo o maíz o nachos crujientes, pero a nadie se le ocurriría mojar un bollo dulce en la salsa de tomate. ¿Realmente es un maridaje tan loco? ¿Se basa en la pura nostalgia o merecerá la pena probarlo?
El difuso origen de una combinación de platos extraña
Estamos acostumbrados a que nos lleguen noticias de comidas y productos peculiares desde Estados Unidos, pero en este caso la combinación de elementos también causa rechazo en gran parte del país americano. Puede que allí se inventaran cosas como el cronut, el cruffin o el croissant de sushi, pero la idea de mojar un bollo dulce en el chili no suena de primeras muy atractiva.
Pero no se trata de un invento nuevo a la caza de notoriedad en las redes sociales; es todo un clásico en ciertas regiones del medio oeste ameriano, especialmente en Nebraska, Montana, Kansas, Missouri, Arkansas, Colorado, Iowam Idaho, Missouri y las dos Dakotas. Zonas donde los inviernos son muy fríos y el concepto de comfort food o comida reconfortante cobra verdadero sentido.
Al parecer, la costumbre de servir un cuenco humeante de chili con un rollito de canela ya era popular en la década de 1960, sobre todo en los comedores escolares y ciertos menús de cafeterías de barrio o diners de carretera. La publicación 'School lunches for 25 and 50' de 1949 ya incluía una receta de chili con carne para preparar en los comedores escolares, y en los años 60 ya aparece mencionado el combo con los rollitos de canela en diversas publicaciones.
¿Quién tuvo la idea de servir el estofado de carne y alubias con bollitos dulces? Como tantos platos populares, la invención no está del todo clara. Algunas fuentes remiten a los trabajadores de tala de árboles, que en teoría mojaban los rollitos del desayuno en las sobras de la cena anterior para coger fueras, pero solo se sabe con certeza que se popularizó en las cafeterías escolares.
Si bien hoy en muchos centros recurren a productos congelados, décadas atrás los centros contaban con cocineros que preparaban todo en las cocinas de los colegios. El chili con carne se cocina casi solo una vez está todo guisándose en la colla; esto dejaba tiempo para elaborar la masa de los populares rollitos de canela, que requieren amasado, levado, formado y glaseado tras salir del horno.
La supervivencia de un icono cargado de nostalgia
Los foros de internet y las redes sociales han permitido que muchos estadounidenses descubran esta extraña combinación, con sorpresa, escepticismo y bastante rechazo. Y aunque ya no es una combinación tan frecuente en las cafeterías escolares, en muchas regiones siguen manteniendo viva la tradición de una comida cargada de nostalgia algo infantil.
No es una locura tan lejana a nuestras propias burradas culinarias, como aquellas merendolas tan calóricas y azucaradas que seguro muchos recordamos de nuestra infancia. Aquí la polémica reside en esa extraña mezcla de salado y dulce que, de entrada, a nadie le suena demasiado apetecible.
El chili con carne ya sabemos que puede adquirir muchas variantes según la región, el gusto y la mano del cocinero, pero todas derivan del original mexicano reinventado por la cocina tex-mex del sur de Estados Unidos. Puede ser más o menos picante, espeso o caldoso, con carne y alubias o en versión vegetariana, con queso... Se caracteriza, sobre todo, por su poder reconfortante y el potente aroma que alimenta solo con olerlo.
Pensándolo fríamente, la masa tierna y dulce del rollito es perfecta para mojar y empaparse de la salsa del guiso, ofreciendo un buen contraste que equilibra las especias del chili, suavizando el picante y potenciando los sabores, gracias también a la canela, una especia que se suele incluir en el propio chili.
En Murcia sabemos que la combinación de dulce y salado no es tan extraña y lo tenemos comprobado con el pastel de cierva, de masa dulzona y relleno con carnes: es solo un ejemplo de tantos de las maravillas que puede ofrecer el juego de enfrentar sabores aparentemente contrarios.
A muchos adultos la combinación del chili y los rollitos les trae recuerdos nostálgicos y siguen manteniendo viva la tradición en eventos familiares y vecinales. Aunque ya no suele formar parte del menú habitual de las escuelas, muchos centros lo preparan en ocasiones especiales, sobre todo cuando toca jornada con los padres, que reviven así su propia infancia.
Quien viaje por el medio oeste podrá encontrarse con ofertas de chili y rollitos en diferentes locales, sobre todo en localidades más pequeñas, y también en el menú de Runza, una popular cadena de comida rápida. Los apasionados de este plato saben que se les ve como a bichos raros, pero, igual que el mítico bocadillo de chorizo con nocilla, nunca hay que juzgar nada antes de probarlo.
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