Resulta irónico que, cuanta más cultura culinaria se supone que tenemos, menos tiempo pasemos en cocina. No solo eso, evidentemente. También es algo curioso comprobar cómo, además, hemos ido dejando en el baúl de los recuerdos a determinadas recetas o elaboraciones, incluso olvidando por completo a algunos ingredientes que nos han acompañado durante generaciones.
Lo irónico también aparece cuando nos tienen que venir a, como popularmente se dice, leer la cartilla. No llega a ese extremo, pues el consejo llegaba del televisivo y popular chef Karlos Arguiñano, que en uno de sus trabajos más recientes nos dejaba una pista para recuperar una carne en desuso.
Conocido por su labor en la pequeña pantalla, por sus recetarios y por ser uno de los cocineros más queridos de España –seguramente el que más–, Karlos Arguiñano es además esa especie de oráculo de sabiduría popular que da buenos consejos sin pedir nada a cambio.
Uno de ellos, como decimos, venía en el libro Sabores de siempre: las recetas que no pasan de moda, que editó en 2016 junto a Planeta Cocina y que nos sirve para ilustrar una triste realidad: la de alimentos que han ido paulatinamente cayendo en el olvido.
Bien sea porque no sabemos cómo cocinarlos o porque los consideramos más complejos de trabajar, lo triste es acabar comprobando que, si miramos los pros y contras del alimento en cuestión, no hay ninguna razón para que haya pasado a un segundo plano.
En este caso, al noble y humilde alimento al que Karlos Arguiñano se refería es la carne de conejo, ante la cual se rendía al ofrecer una receta de muslos de conejo guisados con trigo salteado y para la que daba tres buenas razones para consumirla.
Tradicionalmente barata, la carne de conejo ha ido pasando al ostracismo en los últimos años porque necesita un poco de cariño en la cocina y también tiene una merma elevada debido a la presencia de muchos pequeños huesos.
Sabores de siempre: Las recetas que no pasan de moda (Planeta Cocina)
Sin embargo, Karlos Arguiñano dejaba tres motivos evidentes para consumirla y, citamos literalmente, "es un alimento magro, es decir, con un bajo contenido en grasa; su contenido lipídico es equilibrado y está dentro de las recomendaciones de los expertos en nutrición y es una carne baja en colesterol".
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