Seguramente más de una vez has comprado pollo, habitualmente en un supermercado, y has comprobado que hay una serie de estrías blancas recorriendo la pechuga. Aunque estas estrías blancas también las podemos encontrar en otras partes del despiece como muslos o alitas, lo más habitual es que se manifiesten en la pechuga, la parte más magra del pollo.
Convertidas en caballo de batalla de las redes sociales, donde se pueden ver toda clase de teorías –a cada cual más conspiranoica– sobre el origen de las estrías blancas que encontramos en el pollo y, peor aún, de cómo de nocivas son, la realidad es más sencilla, menos terca y, sobre todo, tiene bastante menos ruido.
Lo cierto es que las estrías blancas del pollo son, en cierto modo, algo más natural de lo que podemos pensar. De hecho, ni los seres humanos estamos exentos de lucir estrías y, en este caso, al pollo le pasa algo parecido.
De hecho, es muy posible que la alarma que hayáis visto en medios o redes sociales apunten directamente a un supermercado o cadena, cuando tampoco hay razón para que así sea.
Algo que ha aclarado de manera muy activa Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, aprovechando su cuenta de Instagram para recordar que estas estrías blancas "no suponen ningún riesgo para la salud".
Pero, ¿qué son estas estrías blancas en el pollo? Básicamente, tal y como explica, ahuyentando fantasmas, no se deben ni a "manipulaciones genéticas ni a tratamientos hormonales". Lo que realmente pasa es que "el crecimiento rápido de las aves favorece la formación de miopatías", como indica Lurueña.
Explicado de forma más sencilla, comenta que "el tejido muscular se rompe y en su lugar se forma tejido adiposo o conectivo". Es decir: "no supone un problema de salud".
Ahora vamos a la segunda parte mollar: ¿le pasa algo al pollo con estrías blancas como para no consumirlo? Pues no, evidentemente. Como avala el propio Lurueña, la composición nutricional cambia, pero en términos pírricos. "Contiene un poco más de grasa [de 0,8% a 2,5%] y un poco menos de proteína [23% a 21%]", comenta sobre dos porcentajes que a nivel nutricional para nuestra dieta son exiguos.
La cuestión es: ¿no hay que consumir pollo con estrías blancas? Pues aquí ya no entramos en cuestiones de salud ni nutricionales sino, si queremos, en matices éticos que puedan tener que ver con el sistema de producción. Las estrías blancas no tienen que ver con el supermercado, sino con cómo se produce el pollo que consumimos de manera masiva y que se ha convertido en una fuente verdaderamente barata de proteínas.
Todo forma parte del sistema intensivo de producción que hace, entre otras cosas, que sea más eficiente y productivo. ¿A costa de qué? Evidentemente y como comenta Lurueña en su propio post: "macroexplotaciones, impacto ambiental, explotación animal, etc…".
Sin embargo, si el runrún tiene que ver con las características nutricionales o con la seguridad alimentaria de las estrías del pollo puedes estar totalmente tranquilo.
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