Así de fácil puedes desterrar para siempre los muebles de color roble anticuados de tu cocina

No hay que tener miedo a pintar estos muebles y transformar su estética en algo más moderno

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En un tiempo pasado, el roble fue durante años sinónimo de lujo, resistencia y durabilidad. También de cocinas oscuras, muebles mastodónticos y salones que parecían salidos de un catálogo de los años noventa. Hoy, muchos de esos muebles sobreviven gracias a su solidez, pero no se puede decir lo mismo de su estética.

Ciertamente, aunque estos insignes muebles resistieron mudanzas, modas y crisis económicas, ahora piden a gritos una renovación que los devuelva al presente sin perder su esencia. Y esa es una misión difícil, cuando no imposible.

Renovar un mueble de roble con pintura no es solo una cuestión estética: es una oportunidad para darle una segunda vida a una pieza que, de otro modo, podría acabar relegada al trastero o, peor aún, al punto limpio. Y aunque pintar sobre madera noble suene casi a sacrilegio para los puristas, lo cierto es que con el color adecuado y una aplicación cuidada, el resultado puede ser sorprendente.

El primer paso, por obvio que parezca, es preparar la superficie. Lijar bien, eliminar restos de barniz antiguo y limpiar a fondo son claves para que la pintura se adhiera de manera uniforme y duradera.

Después, toca decidir el color. Aquí es donde empieza la verdadera transformación: los tonos neutros, como los grises suaves, los blancos rotos o los beige cálidos, funcionan especialmente bien para aligerar visualmente la pesadez del roble sin perder un ápice de elegancia.

Para quienes son más atrevidos, los verdes salvia, los azules empolvados y hasta los negros mate pueden dar un giro contemporáneo y sofisticado a cualquier mueble clásico. La clave está en equilibrar el peso visual de la madera con colores que aporten frescura sin caer en estridencias.

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Si además se combinan con tiradores nuevos, detalles metálicos o encimeras renovadas, el cambio puede ser tan radical que cuesta creer que sea el mismo mueble. Quienes entren en nuestra nueva cocina no darán crédito a su transformación.

En el caso concreto de las cocinas, donde el roble ha reinado durante décadas con absoluta hegemonía, la pintura puede ser el mejor aliado para actualizar el espacio sin necesidad de una reforma integral.

Otro aire

Cambiar las puertas de los armarios, pintar los frentes y añadir iluminación adecuada pueden convertir una cocina anticuada en un ambiente moderno y funcional por una fracción del presupuesto que costaría cambiar todo el mobiliario.

Por supuesto, no todo es cuestión de color ni se arregla retocándolo. Elegir la pintura adecuada también es fundamental: las específicas para madera, con acabado satinado o mate, garantizan resistencia y facilidad de limpieza, dos aspectos esenciales especialmente en zonas de uso intensivo como cocinas y comedores.

Y, si se busca un plus de durabilidad, aplicar un barniz protector tras la pintura puede prolongar aún más el buen estado del mueble. Sin embargo, si esta transformación es un apaño para aguantar unos pocos años más, puede obviarse este paso.

Foto |  Curtis Adams y Mark McCammom

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