Cuando pensábamos que ya lo habíamos visto todo en el mundo del reciclaje creativo, llega una idea que sigue demostrando que cualquier objeto cotidiano puede transformarse en algo inesperado. Las cajas de huevos, esos humildes recipientes diseñados para proteger lo más frágil, están ganando protagonismo como herramientas decorativas.
En un mundo donde la sostenibilidad y el diseño cada vez están más conectados, este truco decorativo no es solo una idea ingeniosa, sino también un guiño a la creatividad sin límites. Y aunque al principio pueda parecer extraño, basta con ver el resultado para entender por qué tantos están aclamando esta opción.
El truco está en aprovechar la forma de las cajas para crear unas flores superdecorativas para cualquier estancia. Con un poco de pintura, barniz o incluso papel decorativo, estas cajas pueden transformarse en piezas únicas que combinan funcionalidad y estilo al mismo tiempo. Además, el proceso es tan sencillo que cualquiera puede intentarlo, incluso sin experiencia en manualidades.
Pocos pasos
Para empezar, necesitarás una caja de huevos de cartón, preferiblemente de 12 unidades por su tamaño estándar. Corta la caja separando la base de la tapa, y después, hay que cortar cada uno de los pináculos interiores.
Con las mismas tijeras, hay que hacer unas pequeñas secciones en la base de cada uno de estos pináculos, extrayendo de cada uno de sus lados una pequeña parte. Después, hay que ponerse con la tapa.
De uno de los laterales hay que recortar una tira larga, y en esta hacer numerosos cortes consecutivos, a modo de falda hawaiana para obtener una pieza alargada llena de flecos, que será que representará el centro de la flor.
Finalmente, basta con montar el conjunto para obtener una bonita flor de girasol que podamos poner en cualquier rincón de casa para aportar un toque de belleza sostenible. Adicionalmente, un toque de color, por ejemplo blanco, puede terminar de redondear la prpeusta.
Foto | Nataliya Vaitkevich
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