El mundo de las velas aromáticas y decorativas parece estar viviendo un nuevo boom tanto en las grandes cadenas de tiendas, incluso en los supermercados, como a través de artesanos y como hobby. Hay modelos tan bonitos que es una lástima tirar los recipientes cuando la vela se agota, por lo que a menudo los reutilizamos en casa dándoles una segunda vida. Pero no todo vale; si se nos ha ocurrido reusarlos como menaje de cocina, hay que tener cuidado con la seguridad alimentaria.
Si los profesionales que se dedican a la hostelería y alimentación deben seguir una normativa muy estricta en cuanto a los envases, vajillas y recipientes que pueden entrar en contacto con los alimentos, en casa también debemos extremar las precauciones. Como consumidores nos podemos guiar a través de los símbolos que, por ley, deben aparecer en los envases, y que solo los que incluyen el icono de la copa y tenedor reconoce que es apto para entrar en contacto con alimentos y bebidas. No es obligatorio cuando hay dudas sobre su uso, pero el fabricante suele incluir instrucciones para que se utilice correctamente y evitar problemas.
Ahora bien, ¿qué pasa con los recipientes de las velas? Generalmente no se fabrican pensando en un uso alimentario y solo se tiene en cuenta su destino primario, actuar como material resistente al calor de la vela y la cera fundida. Incluso si la vela se elabora reutilizando piezas de vajilla o tarros que habían albergado alimentos, el recipiente se puede contaminar con sustancias no aptas para el consumo humano, sea una vela industrial o artesana.
Las velas pueden dejar residuos de parafina, metales, colorantes, aromas artificiales, perfumes, aceites esenciales, etc. Y si el material del recipiente se ha alterado de alguna forma, con pequeñas grietas o fisuras, o es poroso, esa contaminación podría ser permanente e imposible de eliminar. Si introdujéramos agua o cualquier alimento o bebida, podríamos acabar ingiriendo sustancias nocivas para el organismo, pudiendo llegar a ser tóxicas si la exposición es prolongada.
Cómo reusar con seguridad los recipientes de las velas
En primer lugar, comprueba que el fabricante no indique expresamente que sus velas no son adecuadas para reutilizar como recipientes de comida o bebida. Si consideran que es algo peligroso, normalmente lo indican en la documentación de la propia vela o a través de su web; en caso de duda, puedes intentar contactar con el servicio de atención al cliente.
Elige solo recipientes de materiales seguros, no porosos, y resistentes, como el vidrio, preferiblemente que no estén tratados con pinturas, esmaltes o sustancias similares. No dejes que la vela se agote por completo; lo ideal es apagarla cuando quede algo medio centímetro de cera o algo menos sin fundir, para que no se queme el recipiente.
Una vez fría, introduce la vela en el congelador y déjala toda la noche. Al día siguiente, dale un golpe firme en la base colocándola bocabajo; si la cera no sale, sácala con un cuchillo de untar. Después, friega bien con agua caliente y jabón lavavajillas, frotando a fondo para quitar todos los residuos. Si hay manchas oscuras de quemaduras, puedes dejarlo a remojo en agua jabonosa. Usa el lavavajillas solo con recipientes de vidrio más grueso que no tengan decoraciones en el exterior.
Una vez sin restos de material, esteriliza el vaso como si fuera un tarro para mermelada, hirviéndolo en agua durante unos minutos, y deja que se seque al aire. Comprueba una vez más que no hay daños, grietas o restos de cualquier sustancia. Tampoco debería oler a nada; si es así, mejor no usarlo para albergar alimentos o bebidas. Siempre puedes reutilizar estos recipientes como bote para bolígrafos, utensilios de baño, herramientas o como florero.
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