Esta es la forma más fácil de reproducir rosas (y disfrutar siempre de su belleza)

Los esquejes ya tienen medio trabajo hecho y es relativamente fácil conseguir que prendan y den flores de una forma rápida

Reproducir Rosas
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Las rosas son, todo el mundo lo sabe, flores de gran belleza estética y muy codiciadas en cualquier ramo o centro de mesa, sobre todo en primavera, cuando estas flores están en su momento más exuberante.

Por ello, es muy útil tener presente y a mano la forma más fácil re reproducir rosas a partir de cualquier rosal, ya que esta es una planta que se propaga relativamente de forma fácil y que es capaz de embellecer cualquier estancia del hogar.

Pues bien, los rosales pueden propagarse de tres modos diferentes: plantando semillas, a través de estacas y también mediante injertos, siendo este último el método casero más rápido y sencillo a la vez.

La plantación de semillas no es desdeñable, sin embargo, las rosas tardaran bastante tiempo en salir y no se ven los resultados enseguida. En cambio, los esquejes ya tienen medio trabajo hecho y es relativamente fácil conseguir que prendan y florezcan rápidamente, mientras que las estacas resultan algo complejas de realizar.

La mejor época para multiplicar los rosales por esquejes es cuando se termina el invierno, ya que los rosales reprenden su actividad y empiezan a hinchar sus yemas, reactivando la circulación de la sabia.

No obstante, también a principios de otoño, en septiembre, es una buena época para hacer estos esquejes de cara a obtener una buena floración la siguiente primavera.

Seleccionar buenos ejemplares

La sencilla técnica del esqueje consiste, sobre todo, en seleccionar ramas que puedan implantar bien y que necesitan, de entrada, tener al menos tres hojas y un tallo que no sea demasiado leñoso (marrón y endurecido) ni joven (verde y tierno), sino un término medio.

El número de tallos a elegir dependerá de la cantidad de rosales que queramos conseguir, siempre pensando en que un pequeño porcentaje no se cogerá a la tierra, así que será necesario siempre plantar de más.

Una vez elegidos los tallos que se van a convertir en esquejes, es muy importante fijarse en el corte realizado en la ramita: este tiene que ser perpendicular, unos 10 centímetros por debajo de la hoja más cercana a la tierra. El esqueje tiene que medir no menos de 25-30 centímetros.

Además, los esquejes recogidos hay que plantarlos lo antes posible, aunque si no es posible porque se está de viaje o no se puede plantar en el mismo día, se pueden conservar los esquejes guardados un par de días en papel de diario mojado.

Pexels Ravi Kant 5599962

Sacar las hojas y listo

A la hora de plantarlos, para evitar la evaporación y que los esquejes se sequen y mueran deshidratados, habrá que retirar todas las hojas, espinas y flores que queden en la rama, salvo las tres o cuatro hojas que estén en la parte alta, encargadas de seguir con el proceso de fotosíntesis.

Es el momento entonces de clavar esa rama en una maceta, pudiendo impregnarla en hormonas de enraizamiento que venden en cualquier centro de jardinería para multiplicar las posibilidades de éxito del esqueje. Estas hormonas son una ayuda, pero no son imprescindibles.

En cuanto a la maceta, simplemente hay que contar con tiestos llenos de sustrato universal, que siempre llevan turba. Además, e recomendable que este sustrato sea nuevo para evitar la presencia de plagas, hongos y mohos en la tierra y para garantizar la presencia de todos los nutrientes necesarios para que la planta florezca.

Con una cuchara o tenedor de acero inoxidable se tiene que hacer un agujero profundo, a unos 10 centímetros de suelo, en el que habrá que colocar cada uno de los esquejes, correctamente separados entre sí para que las nuevas raíces no se pisen y tengan suficiente espacio para desarrollarse antes de ser trasplantados a su maceta definitiva.

Bastará con colocar la maceta a la sombra, siempre que en el exterior haya temperaturas entre 18 y 21 grados (se puede cubrir el esqueje con botellas de plástico para hacer efecto invernadero).

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Hay que evitar a toda costa que le dé el sol directo (que quemaría el esqueje y lo secaría) y hay que conseguir que la tierra se mantenga húmeda para promover que el esqueje eche raíces y se termine de independizar de la planta madre.

Foto | rimufilms/Freepik y Ravi Kant/Pexels.

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