El verano es la estación por antonomasia de la lavanda, cuando más colorida y exuberante está. La Provenza popularizó las estampas de este arbusto que, sin embargo, está muy extendido por todo el arco mediterráneo y que ha propiciado que muchas localidades españolas igualmente se tiñan de púrpura.
Sucede en Brihuega, quizá la más famosa, en Guadalajara, o en Caleruega, ya en la provincia de Burgos, pero eso no quita que sean muchos los huertos y jardines privados que también hayan hecho de la lavanda su razón de ser y que ahora, en pleno verano, es el momento de extraer su máximo potencial.
Sin embargo, cortar la lavanda para aprovechar sus flores, su color y su aroma –y sin maltratar a la planta– no es tan sencillo como parece. Lo primero que debemos tener en cuenta es que la lavanda es un arbusto y que tiene varios años de vida, por lo que una mala saca de flores puede mermar las cosechas venideras.
También hemos de tener claro que, si cortamos demasiados tiernos los tallos y flores, seguramente perdamos potencia aromática en nuestras flores. Razón por la que elegir el momento exacto para cortar la lavanda es fundamental para no arruinarla y, además, que sea todo lo expresiva que queramos.
Al contrario de lo que sucede con otras platas típicamente mediterráneas, la lavanda florece en los meses de verano, período que hemos de aprovechar para cosecharla. Pero ¿cuándo es el momento exacto?
Pues el mejor momento es cuando aún las flores no están totalmente abiertas, sino formadas en capullos, pero ya se puede apreciar el color de las inflorescencias. ¿Por qué en este momento? Pues porque, si queremos aprovechar la lavanda para perfumar estancias, será cuando contengan más cantidad de aceites esenciales y, por tanto, más aroma.
Cómo cortar y secar lavanda
Conviene que recolectemos la lavanda al mediodía, momento en que la concentración de aceites esenciales más alta. Si lo hacemos por la mañana, en algunos lugares vamos a correr el riesgo de que además las flores tengan algo de rocío. Por la noche, además, la concentración de estos aceites también es menor.
Para cortarla bastará con cortar cada tallo un par de palmos por debajo de la flor, procurando que todos los tallos tengan la misma longitud, lo cual luego nos va a permitir que el atado de los tallos sea más sencillo.
Luego, ya en pequeños hatillos, debemos recogerla con gomas elásticas mejor que con cuerda o hilo. El motivo es que la lavanda, a medida que se vaya secando, va a perder volumen en el tallo y una cuerda puede hacer que se caigan algunos de los tallos.
Lo conveniente es, además, que sequemos la lavanda en un espacio sombreado, poco caluroso y donde haya algo de corrientes de aire, que acelere el proceso de desecación. Tened en cuenta que si no secamos bien la lavanda y retienen parte de la humedad, se acabarán pudriendo.
Tampoco conviene secar lavanda al sol, aunque es efectivo, porque parte de los colores violáceos de las flores se van a perder y atenuarse, siendo estéticamente menos agradecidos.
Así que recordad: boca abajo, en una habitación bien ventilada, con poca luz y con calor, pero no excesivo, serán los mejores aliados para secar vuestra lavanda de verano.
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