El ciclamen es una flor que desafía la idea de que el invierno es una estación sin color. Aunque solemos asociar las flores a la primavera, el ciclamen, con sus vibrantes tonos rosas, morados, naranjas y blancos, demuestra que incluso en los meses fríos se puede disfrutar de la belleza floral.
Esta planta, que pertenece a la familia de las primuláceas, tiene una raíz en forma de tubérculo y es originaria del Mediterráneo oriental, lo que le permite soportar climas fríos y, en consecuencia, regalarnos su belleza en las semanas que están por venir.
Esta planta destaca por florecer justo cuando la mayoría de las otras especies están en reposo, entre octubre y mayo. Su resistencia al frío, sumada a sus bajos requerimientos de cuidado, la convierte en una excelente opción para quienes desean llenar de color su hogar o jardín en pleno invierno.
Con el cuidado adecuado, el ciclamen puede alcanzar una altura de entre 30 y 40 centímetros, regalando sus coloridas flores durante semanas, justamente en las semanas más plomizas y tristes del año.
Colocar el ciclamen en un lugar adecuado es esencial para que prospere en invierno. Si se cultiva en exterior y se vive en una zona de clima estable, el ciclamen soportará bien las bajas temperaturas.
Sin embargo, en interiores, es mejor situarlo en un lugar con luz indirecta, alejado de fuentes de calor como radiadores o chimeneas, que pueden deshidratarlo rápidamente. Hay que proporcionarle en cualquier caso el fresco que necesita.
El riego es otro aspecto clave para que el ciclamen florezca en su máximo esplendor. Esta planta necesita agua, pero en su justa medida, ya que un exceso puede pudrir sus raíces.
Un riego semanal suele ser suficiente, esperando siempre a que el sustrato esté completamente seco antes de volver a regar. El método más recomendado es la inmersión: coloca la maceta en un recipiente con agua durante unos minutos y luego deja que escurra bien, evitando que quede agua estancada en el plato.
Para nutrir la planta y estimular su floración, es conveniente añadir abono líquido rico en potasio cada dos semanas al agua de riego. Este nutriente ayudará a mantener sus flores coloridas y sus hojas saludables.
Ahora bien, hay que vigilar con las plagas. Una de las que puede afectar al ciclamen es un hongo que aparece con el exceso de humedad o la poca ventilación. Para prevenir esta amenaza, es ideal mantener la planta en una zona aireada y sin excesiva cercanía a otras plantas. Así, se evita que sus hojas y flores se mojen y reduzcan el riesgo de que el hongo se instale.
El ciclamen invita a renovar nuestra visión de la jardinería invernal, permitiéndonos disfrutar de un toque de color en los meses más fríos. Con cuidados sencillos, el jardín y la terraza se llenan de brillo por parte de una planta que no solo decora, sino que nos recuerda que la naturaleza tiene algo que ofrecer en cada estación.
Foto | Tima Miroshnichenko
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