El pobre enero parece que cada año cobra peor fama. Tras las fiestas, el concepto de blue monday se extiende ya a todo el mes, y más aún con el frío polar extremo con el que hemos arrancado este 2021. Por eso, más que nunca, defendemos el derecho a reconfortarnos en casa con una taza -ocasional- de chocolate a la taza bien caliente. Y para hacer más llevadera la difícil situación actual, proponemos formas originales de darle un punto extra de sabor personalizando nuestra dulce bebida al gusto.
Parece ser que en las redes angloparlantes se ha difundido estas navidades la tendencia de montar una hot chocolate board, al menos de cara a la fachada fantasiosa que es Instagram. La idea es preparar una buena olla de chocolate caliente, y servir una gran mesa, tabla o tablero de aderezos, toppings, acompañantes y saborizantes para que cada persona se personalice su taza. Al estilo de las mesas de helados popularizadas hace un tiempo, pero en versión invernal.
A un nivel más individual y comedido, sí podemos inspirarnos en esta idea para prepararnos nuestro chocolate personalizándolo de una manera algo más original. Ya que vamos a darnos el capricho, ¿por qué no hacerlo realmente especial? Todo empieza por la propia preparación del chocolate, cuya elaboración casera jamás podrá ser superada por la comodidad del producto industrial.
Si nos encanta el chocolate caliente no es solo por gula y pasión por el dulce. En realidad defendemos que la bebida no sea empalagosa, apostando por un sabor a cacao de verdad, animando a emplear chocolates de buena calidad y sin recurrir a un exceso de azúcares o almidones, con buena leche o bebida vegetal. Una taza humeante, degustada sin prisa, es una forma de desconectar, de relajarnos en casa y olvidar por un rato la que está cayendo fuera, real y metafóricamente.
El mismo proceso de su elaboración casera ya nos pone en modo hogareño y relajado, dejando que la leche se caliente poco a poco, troceando el chocolate y dejando quse funda lentamente, removiendo sin prisa la olla, percibiendo cómo ese tentador aroma inunda la cocina y nos hace volver un poco a la infancia. Solo falta ese toque único que le pondrá la guinda definitiva, ¿cuál es el tuyo?
1. Nata montada o chantilly
Clásico entre clásicos, combinación ganadora e infalible. Con buen chocolate y buena nata tenemos multitud de dulces exquisiteces, empezando por la ganaché más simple que da forma a trufas y tantos bombones o coberturas y rellenos de tartas. En la versión más líquida, el chocolate a la taza coronado con una nube o una montaña de nata montada, es pura poesía en el paladar.
Ya sea con simple nata recién montada -más o menos firme, según nos guste-, o con una chantilly aromatizada al gusto, la opción más obvia sigue siendo nuestra favorita. Además, se puede combinar con muchas otras de las opciones de esta lista. Con un toque de cacao puro en polvo o canela, tamizados con un colador, ya nos sentiremos en una cafetería de lujo de París o Viena.
2. Nubes o marshmallows
Esta sería la versión clásica para los estadounidenses, ya extendida a muchos otros lugares del mundo gracias a que hemos visto la imagen infinidad de veces en el cine y la televisión -ahora en las redes-. Las esponjosas nubes de golosina, esas mismas que utilizan para hacer s'mores en hogueras o chimeneas, flotan en el chocolate empapándose de la bebida caliente.
La calidad de las nubes marca el resultado final, pues a menudo las versiones nacionales, casi siempre con ese reconocible toque de colorante rosa, dejan mucho que desear. Hoy en día se encuentran más al estilo americano, y en versión mini para postres. La idea es dejar que se fundan un poco con el chocolate, deshaciéndose ligeramente para endulzarlo, y proporcionar un bocado esponjoso y suave que muchos dejan para devorar al final, cuando ya solo quedan los posos.
3. Especias molidas o infusionadas
Ya hemos mencionado la versátil canela, pero que eso no te detenga. Las especias en sí mismas no son dulces, aunque muchas las relacionamos con postres, y maridan de maravilla con el chocolate. Las típicas de las galletas y bizcochos pueden darle un toque exquisito o exótico, y también mezclas como la del pan de especias. Y para los atrevidos, hay que probar el picante de pimentón, chile o cayena, y la pimienta.
Jengibre, cilantro en grano, cardamomo, nuez moscada, anís, pimienta de Jamaica, macis, clavo... molidas o ralladas directamente sobre la taza tienen un gran potencial, pero también se pueden usar enteras para infusionar la leche antes de derretir el chocolate, o directamente con la bebida preparada. El anís estrellado, las vainas de cardamomo verde, las de vainilla y las ramas de buena canela son especialmente aromáticas.
4. Cítricos
La piel de naranja, mandarina, limón, lima o cualquier otro cítrico bien aromático proporcionarán un toque fresco y afrutado que hace maravillas con el cacao. Se puede echar directamente por encima rallándola fina, o usando la piel seca molida y convertida en una especie de polvo, que también se encuentra en forma comercial.
Asimismo, la piel fresca que conservemos de pelar una naranja o de un limón se puede aprovechar para infusionar la bebida como haríamos para la masa de un roscón de Reyes, o para hacer arroz con leche o natillas.
5. Chocolate picado, chips o en polvo
El chocolate va bien con el chocolate. Es una obviedad que no podemos menospreciar. Ya sea con la misma tableta que usemos para elaborar la bebida, o con otra variedad diferente, potenciaremos mucho más el sabor y la textura de nuestra taza.
Las opciones son muy variadas, ya que podemos jugar combinando diferentes tipos, sabores, colores y texturas, por ejemplo picando chocolate blanco para dejar que se funda un poco sobre una taza de chocolate caliente más intenso. Si no queremos masticar, solo hay que rallarlo o picarlo finamente, o agregar algún formato en polvo. Los chips comerciales para postres nos darán el efecto contrario, un tropezón crujiente a prueba de fundiciones.
6. Licores o esencias
Solo apto para los mayores, el chocolate caliente chispeante con su toque de licor sienta de maravilla en los días más fríos, siempre con su debida moderación. Lo ideal es que sume también sabor o aroma, pero las posibilidades son tan variadas como el gusto personal y el surtido del mini bar.
Buenas apuestas pueden ser licores de frutas, como kirsch, williams o Grand Marnier, también de café tipo Kahlúa, de caramelo como el Baileys, de almendra como el amaretto, o vinos dulces como el Oporto o Pedro Ximénez. A quien le guste, el whiskey, ron o brandy tampoco son una malas opciones.
Como alternativa para todos los públicos, existen esencias líquidas o extractos aromáticos que imitan muchos de estos sabores, especiales para usos reposteros.
7. Azúcar aromatizado
Comercialmente encontraremos en cualquier supermercado el clásico azúcar vainillado, que podemos hacer casero con vainas de vainilla natural y algo de tiempo para que libere su aroma.
En realidad, el azúcar blanco o moreno se puede aromatizar al gusto en casa sin mucha dificultad, frotánolo con ralladura de cítricos o combinándolo en un tarro con otras especias, tanto en polvo -la canela es, de nuevo, un clásico-, como enteras.
8. Caramelos o gominolas
Para los más golosos o especialmente para niños, esta fórmula suele ser una típica estampa navideña en la cultura anglosajona cuando coronan sus tazas con bastones de caramelo, o los añaden directamente picados a la taza.
Podemos sacar nuestro lado más infantil dejando que nuestros caramelos duros o gominolas blandas favoritas naden en el chocolate, para crear una -algo empalagosa- mezcla de cacao y dulce de colores fantasiosos y sabores inimaginables. No es algo para tomar a diario, pero puede traer un poco de cálida felicidad ingenua a una tarde fría en casa.
9. Miel o siropes vegetales
Para endulzar el chocolate sin recurrir al azúcar, la miel y siropes vegetales son buenas opciones no por saludables, más bien por el toque especial de sabor y textura que pueden añadir.
La melaza y el Golden Syrup, con su toque tostado, potenciarán el lado más intenso del chocolate, mientras que un sirope tipo de dátil o granada agregarán notas de fruto seco algo más especiadas. El sirope de ágave, por su parte, endulza de una forma más neutra. El sirope de arce típico de las tortitas tiene un sabor muy peculiar que también hace una gran pareja con el cacao.
10. Galletas picadas o barquillos
Si eres de los que no puede renunciar a mojar algo en su taza de chocolate, y no tiene churros a mano, prueba a picar o machacar tus galletas favoritas para coronar la taza directamente con ellas. Es una buena forma de hacer un 2x1 y completar la merienda de forma cómoda sin llenar todo de migas o chorreteos, y crea una fiesta de sabores y texturas en la bebida.
Nos gustan mucho los barquillos por su sabor más neutro y textura ligera muy crujiente, pero puedes emplear cualquier galleta, experimentando también con las rellenas. Si son caseras, mucho mejor; es además una opción a considerar si tenemos algunas que se estén quedando ya rancias.
11. Sprinkles, nonpareils o fideos dulces
También más infantiles, y definitivamente muy dulces, estas virutillas de colores y formas muy variadas se encuentran también fácilmente como decoración de todo tipo de postres. Los hay más genéricos, y también temáticos con figuritas de estrellas, corazones o formas navideñas. Suelen ser de azúcar, pero los hay también de chocolate.
12. Frutos secos picados, semillas o coco rallado
Nos alegran postres de todo tipo, además de recetas saladas, y todos los frutos secos maridan deliciosamente bien con el chocolate. Almendras, avellanas, nueces, cacahuetes, pistachos, anacardos, nueces de macadamia... ligeramente tostados y picaditos, son un topping crujiente y sabroso fantástico para la taza caliente.
Siempre podemos además combinar diferentes tipos, o añadir unas semillas si queremos que sea más nutritivo. El sésamo caramelizado ya es menos saludable pero absolutamente delicioso y muy crujiente; el coco rallado, para los apasionados de su aroma tan característico, es otro ingrediente típico de postres que no se puede desdeñar aquí. Y combinados con chocolate picado, la mezcla es explosiva -bueno, también muy calórica-.
13. Salsa de caramelo, tofee o dulce de leche
Para algunos paladares será demasiado empalagoso, pero la salsa de caramelo y sus variantes de dulce de leche, toffee, o en versión sólida, constituyen otra pareja clásica del chocolate.
Sin abusar, para no sobrepasar en exceso los límites del dulce, un toque en cualquiera de sus formatos dará un sabor especial al chocolate caliente más puro y sin endulzar. Estos aderezos, además de sumar dulzor, tienen un aroma intenso algo tostado muy característico. Si lo hacemos casero con un punto de sal, obtendremos un plus de sabor.
14. Cremas untables de chocolate, galleta caramelizada o frutos secos
Hablamos aquí de todas esas preparaciones cremosas comerciales para untar, pero también en sus versiones caseras. Entran en esta categoría las de chocolate tipo Nutella o Nocilla, pero también ese peligro tentador que es la crema de galleta caramelizada, así como las más saludable de cacahuete o almendra al natural.
Cada una añade un sabor diferente; la idea es tomar una buena porción con la cuchara y sumergir esta en la taza de chocolate para dejar que se funda un poco, lentamente, y mezclarla con la bebida o tomarla a medio disolver.
15. Helado
Más que una merienda entramos ya en la categoría de postre, pero una bola de helado de vainilla, nata, turrón... sobre el chocolate caliente, es una tentación que hay que probar alguna vez en la vida. O, al menos, una vez cada invierno.
Solo tiene sentido si somos aficionados a los contrastes de caliente y frío, y si nos gusta la textura cremosa del helado para combinar con la propia bebida espesa de chocolate. Con helado casero, sumaremos muchos puntos.
16. Café, té y otras infusiones
Se puede aromatizar el café con chocolate soluble y el té con cacao, pero también podemos darle la vuelta a la ecuación. Con el chocolate caliente como base, los cafeteros disfrutarán enriqueciendo la taza con un espresso o café filtrado a su gusto, y los aficionados a los tés o infusiones de hierbas tienen infinidad de sabores para explorar.
También se pueden emparejar otras recetas más sofisticadas como el capuccino y el café latte, un café irlandés, un té chai, una infusión con espuma de leche... o simplemente aderezar el chocolate con café soluble en polvo o té verde matcha.
17. Fruta fresca
Vamos ahora con una propuesta más saludable, teniendo en cuenta que el chocolate a la taza no es la merienda o desayuno más ligero. Y es que no podemos olvidar que la buena fruta fresca es ya un bocado dulce estupendo, y que todas -o casi- se abrazan con placer con el cacao. Quien haya probado una fondue o fuente de chocolate y frutas puede dar fe de ello.
Bien picadita, o usando frutas de formato pequeño, tendremos picatostes frescos, sabrosos y con ese toque ligeramente ácido que formará un constraste intenso en nuestra boca. Aquí también la elección depende del gusto, tanto en el sabor como en la textura que queramos obtener. Buenas opciones son, por ejemplo, manzana o pera picada, uva, plátano, frambuesas, fresas o grosellas, mango o granada.
18. Mermelada
En algunos países como Rusia es tradicional tomar el té con una cucharada de mermelada, dejando que la infusión caliente se mezcle con la preparación dulce en la boca. El efecto es delicioso, y podemos trasladarlo a nuestro chocolate caliente.
De nuevo, tenemos varias opciones para jugar, no solo en cuanto a la elección de la propia mermelada o compota. Podemos depositar una porción en el fondo de la taza antes de verter la bebida, echarla por encima o incorporarla con una cuchara para que se funda un poco. En cuanto al tipo de mermelada, cualquiera puede ser una buena opción; la de naranja o fresa serán un éxito seguro.
19. Sal
Ya comentamos en su día que la sal es casi imprescindible en la elaboración de dulces y postres, y puede sorprendernos mucho si añadimos un toque a nuestro chocolate.
Un poco de sal fina en la preparación, dejando que se funda, potenciará el sabor de la bebida, pero si nos atrevemos a servir directamente unas escamas de sal gruesa o Maldon por encima, antes de degustarlo, exploraremos una intensidad diferente. Chocolate y flor de sal hacen una pareja excepcional, por algo es un sabor habitual en los productos comerciales.
Fotos | Unsplash - Marco Verch - Pixabay
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