Para escoger las mejores fresas del súper no hay más que usar un poco la lógica básica aplicable a cualquier otro vegetal fresco. Pero no nos vamos a engañar, también influye la buena o mala suerte, y lo descuidada que sea la gente o el propio supermercado con su género. Las bayas y frutos del bosque son muy delicados y fastidia mucho llegar a casa y encontrarte medio paquete pocho.
Hay un truco muy simple que llevo aplicando al comprar fresas -o fresones-, frambuesas, arándanos, moras o grosellas, que habitualmente se presentan envasadas, muy a nuestro pesar, con plástico. Se agradece que cada vez se reduzca más el envoltorio y que las compañías usen materiales ya reciclados y reciclables, aunque eso aumente las posibilidades de llevarnos frutas estropeadas.
Obviamente, lo primero es comprobar la fecha de envasado y de consumo preferente, así como echar un vistazo a las frutas visibles en la capa más externa del paquete. El problema es que una sola pieza podrida estropea a todas las demás, y a menudo no podemos localizar los ejemplares que puedan estar mohosos, podridos o pasados.
El truco que todos podemos aplicar antes de comprar
¿Cuál es la solución? ¿Rezar mentalmente a los dioses para no llevarnos sorpresas? Eso no hará daño, pero lo que recomendamos es, sencillamente, dar la vuelta al paquete. Con cuidado, eso sí, para observar la caja o bolsa por abajo y los laterales.
Lo que buscamos son humedades, manchas, jugos o incluso charquitos de agua o zumo de la fruta. Ante cualquiera de estos agentes, mejor cambiar de caja. Y si todo parece correcto, es el momento de voltear el envase por completo.
Las frutas deberían separarse del fondo y las paredes de la tarrina o caja si están frescas, íntegras y lozanas. Cuando se peguen o permanezcan adheridas un poco, sin libertad de movimientos, debemos sospechar de su buena salud. Insistimos, con suavidad.
Esto no quiere decir que estén malas o que sea una mala práctica del productor o comerciante; son tan delicadas que a veces, sencillamente, se estropean demasiado pronto o reciben algún golpe no deseado, incluso por los propios clientes. Pero a nosotros nos interesa evitarlos, si queremos llevarnos las mejores bayas de la tienda.
Resumiendo: tras un análisis visual superficial, gira la caja de frutillas con suavidad y comprueba que no haya humedades y que no haya piezas que se peguen al envase. Si tendrán más o menos sabor ya no lo podemos asegurar, pero al menos no estarán blandurrias o pochas.
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