En la vida hay dos clases de personas: quienes se toman el líquido del yogur, y quienes lo tiran. Y podríamos hablar de dos subvariantes de la primera clase, pues algunos se lo beben directamente, mientras que otros prefieren remover o agitar el envase para incorporarlo al propio yogur. Ahora bien, ¿cometen un crimen aquellos que desechan esa sustancia acuosa? Antes de posicionarnos, hay que saber qué es realmente.
La pequeña capa de agua algo turbia que nos recibe al levantar la tapa de los yogures y algunos lácteos fermentados similares es, lógicamente, comestible. Si fuera perjudicial no estaría ahí o el producto vendría con algún aviso, y no es el caso. La duda surge más bien al valorar si merece la pena o no su ingesta, pues para muchos consumidores es un líquido desagradable que empaña la experiencia placentera de degustar un buen yogur.
Sería una pena arrojar por el fregadero esta sustancia si lo que más nos interesa de los yogures son sus beneficios nutricionales y digestivos. Por suerte, no es lo mismo que, por ejemplo, si exprimimos una naranja desechando la pulpa buscando aprovechar su fibra.
Qué es el líquido del yogur
Ese liquidillo con aspecto de agua turbia es en realidad su suero. El suero, en los lácteos, es la parte líquida, formada principalmente por agua, que se separa de forma natural en procesos de coagulación. Por ejemplo, aparece durante la preparación de quesos, porque la leche está formada por un gran porcentaje de agua.
Cuanto más tiempo fermenta, reposa o madura un lácteo, más suero se separa del resto de componentes. Así, por ejemplo, tenemos los quesos curados, que son muy secos y más calóricos por concentrar más la grasa. También el yogur griego o el labneh son mucho más densos y espesos, al eliminarse una mayor cantidad de agua.
Qué beneficios tiene
Aunque está formado mayoritariamente por agua, el suero del yogur también contiene proteínas del lactosuero, especialmente beta-lactoglobulina, alfa-lactoalbumina y seroalbúmina, de alto valor nutricional. Además aporta minerales esenciales como potasio y calcio, y vitaminas del grupo B.
“¡Claro que tiene valor nutricional y no hay que tirarlo!”, confirman desde la Academia Española de Nutrición y Dietética. Sin embargo, tampoco hay que pensar que es una joya nutritiva con propiedades mágicas, pues el porcentaje de todos estos nutrientes es muy pequeño, aún más si se compara su ingesta con el resto de los alimentos que deben formar parte de una dieta equilibrada durante todo el día.
Aunque la literatura científica sobre el suero del yogur aún es escasa, algunos estudios apuntan a posibles beneficios como ayudar a la pérdida de peso y prevenir la obesidad, reducir el colesterol en sangre o favorecer el desarrollo muscular. Además, ingerir el líquido aumenta la saciedad y la capacidad hidratante del yogur.
En conclusión, siempre será más beneficioso tomar el líquido del yogur que tirarlo, pese a que la diferencia nutricional total será, al final del día, minúscula. Si no te gusta beberlo tal cual puedes remover el yogur o agitarlo antes de abrirlo para que se incorpore homogéneamente.
Sí recomendamos desecharlo, o beberlo, cuando vayas a usar yogures en recetas con yogur de cocina o repostería, ya que ese suero podría modificar la cantidad de líquidos de una receta y afectar al resultado final.
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