Pensar en salmón ahumado es pensar en uno de los pescados más deliciosos que conocemos, preparado también de una de las maneras más deliciosas que conocemos. Protagonista casi indispensable de las mesas navideñas, el salmón ahumado es un clásico que no falta dentro de los aperitivos de Navidad.
Accesible, pues se encuentra todo el año, y asequible en cierto modo, pues podemos tomar salmón ahumado de manera relativamente barata sin problemas, hablamos de un producto que reúne dos condiciones que lo hacen casi perfecto: nutritivo y sabroso.
Como buen producto derivado del salmón fresco, el salmón ahumado comparte buena parte de las características nutricionales de su origen, es decir: es una buena fuente de proteínas animales (de alto valor biológico) y también es una fuente de grasas insaturadas de primer orden, especialmente de ácido omega-3.
Sin embargo, eso no quita que el salmón ahumado que generalmente vemos en nuestros supermercados, a pesar de sus bondades nutricionales, no deba ser un producto que consumir con cierta moderación si buscamos vigilar nuestra dieta. A pesar de que las grasas del salmón son insaturadas y, por tanto, cardiosaludables, no debemos pasar por alto que las grasas –vengan de donde vengan– suponen una gran cantidad de calorías.
Recordemos que, por cada gramo de grasa, ingerimos nueve calorías. Cantidad que se reduce en el caso de las proteínas y de los hidratos de carbono, donde un gramo de uno de estos macronutrientes supone solo cuatro calorías.
De tal modo, un vistazo sencillo a los lineales de los supermercados nos hará comprobar que la mayor parte de los salmones ahumados que vemos se moverá en una horquilla nutricional de unos 13 gramos de grasas por unos 20 gramos de proteínas. La buena noticia, insistimos, es que la mayor parte de las grasas del salmón son insaturadas, ya que apenas el 2% del peso total del producto suponen grasas saturadas, mientras que el 10% pertenece a las insaturadas.
Pero, sin embargo, hay salmones aún más proteicos y sí, bajos en grasa, o al menos bajos en grasa si se compara con el resto de sus vecinos y es precisamente lo que encontramos en Lidl con el salmón rojo salvaje ahumado de la marca Ocean Sea, que se vende cortado en lonchas y empaquetado, anunciando además que es un producto descongelado, por lo que no podríamos congelarlo de nuevo.
En este caso, basta un vistazo rápido a la información nutricional para comprobar que no miente: 23,4 gramos de proteínas por cada 100 gramos de producto y apenas 2,6 gramos de grasas totales para un salmón ahumado que presenta un valor enegético de 117 kcal por 100 gramos. Un lujo para los que buscan proteínas de alto valor nutricional en todos los sentidos.
Pero, ¿cuál es el misterio para entender por qué este salmón ahumado es bajo en grasas? La respuesta está en la especie, ya que se trata del conocido como salmón rojo (Oncorhynchus nerka), que habita en las aguas del océano Pacífico, donde es capturado con redes de enmalle, pescándose en la mitad norte de dicho océano, tanto en las costas americanas como en las costas asiáticas.
Al contrario de lo que sucede con el Salmo salar, al que conocemos como salmón del Atlántico o salmón común, que es el más importante a nivel pesquero y el que solemos ver en los mercados y supermercados, las especies de salmones del Pacífico, entre las que se encuentra el salmón rojo, son del género Oncorhynchus, entre cuyas características está el poseer un menor índice de grasa corporal.
Como es lógico, cambia gustativamente y también al aspecto. Este salmón ahumado presenta un color rojizo intenso y, debido a tener una menor cantidad de grasa, su textura y sabor son muy distintos, siendo más seco que su homólogo atlántico. Además, el tono del ahumado es más elevado, haciéndose más potente que en el caso de salmón ahumado que generalmente comemos, donde este perfil es más delicado.
Imágenes | Geshas en iStock y Jaime de las Heras
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