Para los más sibaritas de los frutos secos, el anacardo es el rey absoluto, aunque, como en todo, es cuestión de gustos. Lo que sí está claro es que ha ido ganando popularidad en nuestro país en los últimos años, todavía con cierta aura de exotismo que aún deja dudas sobre las propiedades de su consumo.
Los anacardos pertenecen al grupo gastronómico de los frutos secos, cuya forma natural es la de semilla del fruto del árbol Anacardium occidentale. Nutricionalmente comparte características con las legumbres y las semillas, y se caracterizan por su forma de riñón curvo, color blanquecino, crema o marfil, y su textura dura, seca, algo crujiente y ligeramente mantecosa, con un sabor suave.
Su formación es curiosa si se observa en el árbol, ya que aparece bajo el fruto o seudofruto conocido como manzana de cajú, que al madurar cae de las ramas o se recolecta en su punto para extraer la semilla, el anacardo fresco, el cual se deja secar antes de limpiarlo y prepararlo para su consumo. Porque el anacardo crudo está recubierto de una cáscara con sustancias no aptas para el consumo humano, como cardol y ácido anacárdico, irritantes. Se deben cocer o tostar ligeramente para neutralizar esos compuestos.
Sí, los anacardos son saludables
No hay que preocuparse por dichos compuestos químicos, ya que todos los anacardos que se comercializan ya están preparados para que no supongan un riesgo. Y sí, es un alimento muy saludable, pese a algunos mitos que pululan por las redes. Pero recordemos que 'saludable' no quiere decir 'come todo lo que puedas solo de esto y serás inmortal'.
Como todos los frutos secos -con la ligera excepción de las castañas-, los anacardos son muy ricos en nutrientes con una alta densidad energética, concentrando altas cantidades de micro y macronutrientes en poco peso. Es decir, una pequeña ración ya proporciona mucha energía y grandes cantidades de grasas, proteínas, minerales y vitaminas, con menor proporción de hidratos de carbono y fibra.
Ricos en ácidos grasos monoinsaturados, también son fuente de calcio, hierro, magnesio, fósforo, potasio, zinc, cobre, vitamina C, vitamina K, manganeso, niacina y ácido fólico. Por tanto, tienen beneficios para el sistema cardiovascular, ayudan a reducir y controlar el azúcar en sangre, proporcionan energía de liberación lenta y saciedad, su consumo tiene efecto antiinflamatorio y también antioxidante.
Precauciones de consumo
Ahora llega el 'pero': son muy calóricos. Tanta cantidad de grasa, aunque saludable, multiplica la cantidad de calorías, y si bien son calorías ricas en nutrientes esenciales, la cantidad a ingerir al día dependerá de las necesidades de cada persona. El balance energético es clave para mantener un peso saludable.
Su alta densidad energética -son muy saciantes- hace que un exceso de consumo pueda sentar mal al estómago, pues exigen además un trabajo extra para su digestión, y pese a ser saludables hay que evitar que su consumo desplace a otros alimentos también esenciales en la dieta, como legumbres, cereales integrales, verduras y frutas.
¿Puedes comerlos todos los días? Sin problema, si te gustan y si los incluyes dentro de una alimentación equilibrada y variada, controlando las cantidades según tus necesidades energéticas. Ten en cuenta que 100 g de anacardos aportan unas 577 kcal, por lo que una ración razonable serían unos 15-18 unidades, que contienen alrededor de 150-180 kcal.
Lo ideal es combinarlos en el día a día con otros frutos secos, pues cada uno aporta beneficios distintos, más allá de las grasas saludables, y no olvidar otros alimentos esenciales.
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