El tomate (solanum lycopersicum L.) es uno de los ingredientes más populares y preferidos en el mundo entero. Más allá de su sabor, sus cualidades nutritivas) son más que interesantes y el verano es una gran época para incluirlo en todas las comidas. Quizás cuando pienses en un tomate, veas el color rojo, pero hay un sinfín de variedades con formas, tonalidades y aromas muy particulares. Una fuente inagotable de salud, el tomate es uno los frutos más nutritivos y refrescantes que podamos encontrar.
Muchos se preguntan si el tomate es una fruta o una verdura). Pues, botánicamente es una fruta, aunque su consumo se difiere mucho al de las manzanas, naranjas y fresas. Y esto es porque en la cocina, se utiliza como una verdura u hortaliza. Pero para evitar la discusión, simplemente digamos que es un alimento muy versátil y saludable que puede prepararse de las más diversas formas.
Es el absoluto protagonista en las recetas de verano y en la cocina mediterránea. El tomate se puede utilizar con facilidad en diferentes platos: fresco en ensalada con pepino, para una cena liviana o cocido en una mermelada con albahaca para un resultado dulce y en almíbar para el desayuno y la merienda.
También relleno) o en tartas, es por supuesto indispensable en el gazpacho andaluz y muchas más sopas frías, para salir del paso con una opción refrescante. También cortado en finas láminas, se convierte en un carpaccio) de lujo y un entrante estupendo para la cena o un sano picoteo. Su sabor dulce con toques ácidos combina de manera estupenda con prácticamente los ingredientes de nuestra despensa.
El consumo diario de tomate es garantía de salud y añadirlo supone una gran diferencia en textura y sabor. Con un alto grado de agua o contenido acuoso que supera el 90% de su peso, el aporte de fibras, vitaminas y licopenos previene el daño celular y es el encargado de otorgarle su atractivo color rojo. Fuente de vitamina C, se encuentra dentro del grupo de los alimentos antioxidantes, que colaboran en la prevención de enfermedades cardiovasculares, degenerativas e infecciosas.
Además, el tomate contiene pocas calorías, por lo que se incorpora con regularidad en los planes de adelgazamiento. Ahora bien, dependiendo su preparación, las calorías del fruto pueden variar. La unidad fresca ronda entre las 75 y 80 calorías cada 100 gramos. Mientras que el tomate maduro y enlatado ronda las 150 calorías, en la forma de puré duplica su valor calórico, y frito alcanza las 350 calorías. En los aderezos como el ketchup, escala a las 450 calorías aproximadamente.
Propiedades antioxidantes
El tomate contiene vitamina C y licopeno, dos potentes antioxidantes que ayudan a mantener las células jóvenes activas, retrasando el envejecimiento. Los especialistas en nutrición recomiendan mejor consumir el tomate en estado natural, dado que crudo en una ensalada, aporta entre el 35 % y 40 % del requerimiento diario de vitamina C.
Lo contrario sucede con el licopeno, donde las mejores fuentes son los productos cocidos a base de tomate como salas, purés o concentrados. Tal como revela el articulo publicado en Scielo España, la biodisponbilidad del pigmento se absorbe con el triple de eficacia luego de que el calor haya roto las membranas celulares.
Para la hipertensión
Una ración de 100 g de tomate maduro aporta escasos carbohidratos y proteínas, nada de colesterol y solo 0,1 g de lípidos, sumando nada menos que 236 g de potasio. El bajo contenido calórico en conjunto con este mineral le otorga propiedades beneficiosas para el control de la tensión arteral, pues según han concluido investigaciones como el estudio del American Journal of Clinical Nutrition, mejora la flexibilidad de los vasos sanguíneos y en consecuencia previene el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
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Digestivo
En general, el tomate es bien recibido por el sistema digestivo, lo mantiene saludable, previene el estreñimiento y elimina eficazmente las toxinas del cuerpo, gracias a ser muy rico en fibra y agua. No obstante, de tener problemas de reflujo o enfermedades intestinales puntuales, es mejor remover la piel y quitar las semillas a la hora de consumir.
Para quitar la piel con facilidad, primero se hace un corte superficial en la base, en forma de cruz, y después se escaldan en agua hirviendo durante 10 o 15 segundos. Luego se escurren, se sumergen en agua fría y se pelan con la ayuda de un cuchillo. Si se quiere remover las semillas del corazón, con la ayuda de un buen cuchillo de puntilla es lo ideal, a fin de que se pueda aprovechar el gran sabor que contienen.
Beneficioso para la piel
En la actualidad, por sus propiedades, el tomate es cada vez más usado en cremas, sérums y tónicos faciales. El licopeno actúa como un agente limpiador e hidratante sobre la piel y sus vitaminas contribuyen a evitar el envejecimiento prematuro. Sus ácidos naturales también son utilizados para productos ligeramente exfoliantes, aptos para pieles sensibles ya que no irritan la piel.
Fresco, jugoso y tentador. Si ya de por sí, comer y disfrutar de un tomate sabroso en su punto, con simple aceite de oliva virgen extra y un toque de sal, es delicioso, con el conocimiento de todos sus beneficios, su consumo es aún mejor.
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