San Valentín se puede celebrar de muchas maneras sin caer en tópicos; o se pueden reinventar un poco llevándolos a nuestro terreno. Un plan en casa para evitar aglomeraciones y cursilerías comerciales, dulces de chocolate caseros en lugar de la impersonal caja de bombones, o llevando las flores a la mesa. Olvidemos los ramos para dar un toque original a la cena llenando los platos de bonitas y deliciosas flores.
Hace ya mucho tiempo que la presencia de flores comestibles no nos sorprende en la mesa, pues se han convertido en uno de los aderezos favoritos de grandes chefs. Pero no están limitadas a la alta cocina y su uso se remonta a muchos, muchísimos años atrás. Si el típico ramo acabará marchitándose tristemente, ¿por qué no sorprender a alguien especial seduciendo con flores en nuestros platos?
Es importante recordar que no todas las flores son comestibles y que tampoco es aconsejable recolectarlas por nosotros mismos. Ya sean silvestres en la naturaleza o cultivadas en jardines y parques de ciudad, podrían ser tóxicas, estar contaminadas o contener sustancias perjudiciales. No merece la pena arriesgarse, y menos en una ocasión especial para compartir con nuestra pareja.
No llegamos a tiempo para cultivarlas, pero sí podemos recurrir a centros especializados, supermercados o tiendas gourmet que cada vez ofrecen más flores comestibles listas para utilizar directamente en nuestras cocinas. Son muy delicadas, con una vida útil muy breve, así que lo mejor es adquirirlas el mismo día en el que las vamos a utilizar; cuanto más frescas, mejor.
Ya sabemos que en realidad cocinamos con más flores de las que pensamos, como la alcachofa, alcaparras o coliflor, pero no son las que nos interesan hoy. La idea es dar un toque original a nuestros platos, un punto elegante y vistoso de belleza algo romanticona, sin caer en cursilerías.
Buscamos por tanto flores que en sí mismas sean bonitas, de colores llamativos y que sumen también sabor y aromas. Pero cuidado con el exceso o el mal uso; no queremos convertir el emplatado en un campo florido sin sentido.
Os recomendamos tres de las flores comestibles más comunes y versátiles con ideas para sorprender en vuestra cena de San Valentín. O cuando sea, que el romanticismo hay que mantenerlo vivo todo el año, y no cuesta nada tener pequeños detalles para sorprender en casa.
Pensamiento
Una clásica de las mezclas de flores comestibles especialmente utilizadas en la decoración final de platos que busquen un toque extra de color. Son muy vistosas por la variedad cromática que ofrecen las distintas plantas, destacando las flores azuladas y violetas. Además aguanta muy bien las temperaturas frías y es menos delicada que otras flores, por lo que se encuentra con relativa facilidad.
De sabor ligeramente agridulce, pero sutil y nada agresivo, es perfecta para decorar y enriquecer ensaladas frescas donde juguemos con distintas hojas y brotes. El exquisito aroma combina muy bien con hojas más amargas, como la rúcula, y también con verduras de cocciones breves que conserven un punto crujiente.
Otra buena idea es usar varias flores para decorar cremas de verduras, buscando el contraste de color, y jugar con los sabores más cítricos. Es deliciosa con sabores marinos y una buena pareja del marisco, perfecta para coronar canapés y pequeños bocados con langostinos, vieiras o ahumados, y también platos donde el queso sea protagonista. En cuanto al postre, el pensamiento es perfecto para decora helados, sorbetes, cremas y mousses frías, o equilibrar el sabor dulce del chocolate.
Puedes añadirla a platos como estos:
- Ensalada de hortalizas asadas y jamón de pato
- Ensalada de escarola, granada y kikos con vinagreta de frutos rojos
- Atún glaseado al miso con ensalada de habas tiernas
- Turrón blando de mejillones y atún claro
- Crema de lombarda con hinojo y sidra
- Tosta danesa de arenques o smørrebrød
- Sopa de pensamientos
Rosa
No podía faltar la rosa en San Valentín, quizá una flor muy obvia pero que no falla cuando se trata de ponernos románticos. Además de muy bonita, la rosa ha sido utilizada en la cocina y cosmética desde hace cientos de años, pues proporciona un profundo aroma dulzón.
Tiene un sabor muy penetrante que conviene usar con prudencia para no saturar los demás sabores. También tiene matices picantes que la convierten en buena pareja de especias y salsas orientales o de sabores árabes, tanto en dulce como en salado. Los pétalos añaden un toque de color y carnosa seducción a ensaladas, salsas de carne, salteados o vinagretas.
En dulces combina muy bien con el chocolate más negro, la nata y sabores afrutados, como las fresas y fresones, frambuesas y otros frutos rojos, una opción estupenda para San Valentín. También luce de maravilla decorando bebidas y cócteles, con los pétalos frescos o congelados, aportando color y mucho aroma.
Atrévete a llenar de rosas tu mesa en recetas como estas propuestas:
- Carpaccio de hongos con nueces y granada
- Ensalada al estilo asiático de quinoa y gambas
- Ensalada de brotes de espinacas y fresas
- Ensalada de naranja y fresones
- Presa de cerdo ibérico con salsa de vino y frutos rojos
- Carpaccio de fresas
- Mendiants de chocolate
- Tarta de ganache de chocolate y frambuesa
Ajo
El que es uno de nuestros ingredientes básicos en la cocina también proporciona unas bonitas flores, de las favoritas en las cocinas profesionales. Son pequeñas, finas y elegantes, de color violáceo o lila suave, blanco o amarillo, a menudo usadas en el último momento para emplatar todo tipo de platos dulces y salados.
Igual que la flor de cebolla y cebollino, la flor de ajo conserva matices de aroma y sabor de la misma planta que le da nombre, por eso es perfecta para añadir a cualquier receta que ya lleve un poco de ajo, o que podría llevarlo. Si cambiamos los dientes de ajo por la flor tendremos un plato más suave, corriendo menos riesgos de digestiones pesadas o mal aliento.
Aromatizan ensaladas en crudo, sopas y cremas, también platos de arroz y pasta, salteados, tortillas o canapés. Enriquecen mucho los platos con quesos más frescos y suaves, potencian las piezas de carne y armonizan de maravilla con todo tipo de pescados y mariscos.
Un toque de esta flor en los postres, siempre ligero, da un punto sorprendente de aroma muy agradable en las preparaciones lácteas o muy afrutadas, como macedonias, también con sabores terrosos o chocolates muy negros, poco dulces.
Anímate a probar esta flor en recetas como estas:
- Ensalada de salvia roja, uvas y piñones con queso de cabra a la plancha
- Ensalada templada de endivias braseadas con ventresca
- Ensalada de hinojo, pera Rocha y queso de cabra
- Corvina al horno con cilantro y cebolla encurtida
- Merluza con salsa de ajo negro y flores
- Alioli de ajo negro
- Clafoutis de tomates cherry y queso feta
- Macedonia casera
Fotos | Toshiyuki IMAI - Marco Verch – City Foodsters - Tejvan Pettinger - Kathy Maister Rick Kimpel - johndal - iStock