Sabemos que lo fresco, si bueno, dos veces bueno. Eso no quiere decir que, por ejemplo, tengamos siempre acceso –y dinero– para costear ciertos productos. Sobre todo cuando hablamos de mariscos, un producto por el que pagamos auténticas fortunas en España.
Razón por la que es muy popular que usemos gambas congeladas, así como otro tipo de crustáceos muy similares, como podrían ser los langostinos. Sin embargo, que sean congelados no significa que haya que resignarse a su calidad.
Es evidente que el marisco congelado se va a comportar peor en la cocina, especialmente si el descongelado no se hace con cuidado. Por eso, hay ciertas fórmulas para cocinar gambas congeladas que son especialmente válidas.
Con los tres trucos que os vamos a dar hoy podréis hacer lo que queráis con ellas. Desde unas clásicas gambas al ajillo hasta las no menos clásicas gambas en gabardina o, si os ponéis estoqueadores, a que preparéis unas brochetas de gambas.
Siempre se suele recomendar que los mariscos y pescados se descongelen en la nevera. Sin embargo, las gambas son muy pequeñas y descongelarlas en el congelador puede hacer que las perdamos de vista rápidamente.
En este caso, lo más recomendable es que el descongelado de las gambas se haga en el fregadero siempre y cuando vayamos a cocinar las gambas inmediatamente. Por eso, cuando tengamos nuestras gambas congeladas, solo tendremos que descongelarlas bajo un chorro de agua fría, que será suficiente en tres o cuatro minutos para que estén descongeladas, mientras las frotamos unas con otras.
Ponlas sobre un colador o chino y haz que ahí pierdan todos esos trocitos de escarcha. Luego solo habrá que secarlas bien y, rápidamente, salarlas. Con mucha generosidad, masajeando las gambas con la sal, consiguiendo que así no solo vayan a sazonarse, sino también que recuperen textura y firmeza, lo que las hará también más jugosas.
Después quita cualquier exceso de sal que haya quedado y, de nuevo, seca las gambas con un poco de papel de cocina o con un trapo si las vas a saltear o asar. Si llevan demasiada agua a la cocción, tenderán más a cocinarse al vapor, arruinando parte del resultado.
Por último, la clave para no patinar con las gambas congeladas es no sobrecocinarlas. El punto correcto de cocción de una gamba descongelada –que no estuviera cocida– es que veamos cómo cambia hacia tonalidades más opacas, señal de cocinado. Si te pasas de ese punto, lo más probable es que no queden jugosas y que se queden demasiado secas y firmes, siendo menos agradables.
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