El truco de un chef para conservar la lechuga fresca más de 60 días sin complicarte la vida

Con tres elementos multiplicarás la vida de esta hortaliza sin tener que tirarla a la basura

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Conservar lechuga puede parecer un eufemismo. Pocas verduras y hortalizas gozan, en general, de tan mala fama como la lechuga. Buena parte de la culpa la tiene una industria que ha ido evolucionando las semillas de la Lactuca sativa hasta que se haya convertido en un producto insulso pero crujiente.

Sin embargo, en DAP defendemos a las lechugas buenas, las que tienen sabor –porque las lechugas tienen sabor– y que entre textura, frescura y gusto nos pueden alegrar más de una ensalada.

No obstante, no vamos a negar que las lechugas suelen topar con un problema: una vida útil más bien corta. Entre la estrella fugaz y la luciérnaga, la lechuga suele sufrir tanto en la nevera como fuera de ella. Por eso también es frecuente que la industria alimentaria haya insistido en los preparados de ensalada, envasados al vacío o en atmósfera protectora, para que nos dure más de la cuenta.

Pero la cosa cambia cuando compramos una lechuga entera, sea del formato o variedad que sea, y donde si nos esmeramos un poquito no tendremos que acabar tirándola a la basura porque se pone blanda, mustia e incomestible.

Eso no quita que lo más prudente siempre sea comprar cantidades moderadas e intentar dar salida al producto lo antes posible. No solo de ensaladas vivimos. Por eso, hay recetas donde puedes distribuir las lechugas como pueden ser en los clásicos ssam de panceta coreanos o que te pongas algo creativo con tus hamburguesas e incluso con tus wraps, sustituyendo a las tortillas de trigo de estos por hojas de lechuga. Algo similar a lo que podrías hacer con las fajitas, por poner otro ejemplo.

Más allá de eso, si no sabes qué hacer con la lechuga y no quieres tirarla, sigue leyendo. Así lo probó el tiktoker MrRice1976 en uno de sus vídeos virales, donde consiguió que una lechuga iceberg durase más de sesenta días.

El truco es sencillo a más no poder y para ello necesitas un poco de alcohol –cualquier licor que tengas en casa bastará–, el cuello de una botella de plástico y su tapón y una bolsa de plástico, como las que hay en los supermercados en la sección de frutería.

Lo que debes hacer es cortar la base de la lechuga y empapar ligeramente un trozo de papel de cocina en alcohol, colocándolo en la base. Se puede hacer también con agua fría, pero el alcohol contribuye a que la pudrición sea más lenta. Además, no va a dar sabor a la lechuga, así que no te preocupes.

Después, metes la lechuga en la bolsa que te decimos o, incluso, en otra bolsa de plástico alimentario que tengas en casa, como las del pan de molde. Ahí luego haces un cierre hermético improvisado con el cuello de una botella de plástico, como las de refresco de dos litros.

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Cortas solo el cuello, colocándolo a modo de clip o cierre en la bolsa, sacando todo el aire. Luego cierras con el tapón y tu lechuga iceberg estará lista para aguantar en la nevera lo que haga falta.

Imágenes | Imagen de topntp26 en Freepik / TikTok MrRice1976

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