Con el trote que tiene una cocina media, en la que se preparan desayunos, comidas y cenas a diario (o desayunos y cenas entre quienes practican el batch cooking semanal), la campana extractora no sale indemne y es preciso revisar su estado a menudo para garantizar su higiene.
Esto es así porque el filtro de la campana acumula muchísima grasa, y aunque lo hace de forma silenciosa, no hay que hacerse el longuis y es importante limpiarlo a menudo para evitar que su suciedad sea una llamada a las plagas de diferente calibre.
Aparte, todos los restos incrustados en esta rejilla siguen calentándose en cada ocasión en la que se calienta comida en la placa, especialmente en cocciones de larga duración, y de la mano de las altas temperaturas que se dan en la zona, pueden desprenderse, disolverse y gotear sobre la comida que se está preparando, siempre que las cazuelas estén destapadas.
Esta fusión entre viejas y nuevas comidas es, en cualquier caso, un efecto colateral indeseado y desagradable, fruto de no mantener el filtro de la campana limpio.
Este efecto tan poco higiénico es tan fácil de evitar como limpiar, al menos una vez al mes este espacio con tanta batalla, pero tan poco presente en las rutinas de limpieza.
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Uno de los trucos para mantenerlo bien limpio es ponerlo en el fregadero o en una bandeja si no cabe en esta zona de la cocina. Tiene que ser un lugar en el que quede totalmente sumergido.
La tiktoker @Decorandomeelalma recomienda echarle un sobre de levadura espolvoreado por encima, y añadir agua muy caliente, haciendo que la grasa y la suciedad se desprendan al momento.
Esto es, según explica la experta en limpieza porque su ácido cítrico produce esta reacción, además, cuando se calienta se descompone.
“Por arte de magia sale toda la grasa y se queda en el agua”, asegura. Para reforzar esta limpieza, hay que remover ligeramente el filtro con unas pinzas para que la solución penetre en todas partes.
Después, se vacía el agua sucia y es muy importante enjuagar el filtro bajo el agua del grifo de manera que se elimine por completo cualquier resto de suciedad, así como de la solución de agua y levadura.
El paso final es secar el filtro y dejarlo un rato con una bayeta encima que terminará de absorber el agua retenida en su interior. La campana queda limpia y brillante, sin restos pegados en su interior.
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